Aida
AisensonKogan
APUNTES
SOBRE EL TEMA DEL
PROGRESO EN LA HISTORIA
A la memoria de Jacobo Kogan, compañero
en la vida
Agradecimiento a la counselor Patricia
Rebagliati
Sin
sentimiento moral no hay ser humano.
I. KANT
Obra de modo
que los efectos de tu actuación sean compatibles con la permanencia de una vida
humana auténtica en la Tierra.
H. JONAS
monsemblable, monfrère
C. BAUDELAIRE
INDICE
I.
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Palabras introductorias
……………………………………………………………………………..
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6
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II.
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Los pensadores
…………………………………………………………………………………………
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8
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III.
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Sócrates ……….………………………………………………………………………………………....
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11
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Platón ……………………………………………………………………………………………………….
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14
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Aristóteles
……………………………………………………………………………….………………..
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17
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Spinoza
…………………………………………………………………………………….……………….
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20
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Kant
………………………………………………………………………………………………………….
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23
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Utilitarismo ……………………………………………………………………………………………….
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26
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Marx ………………………………………………………………………………..……………………….
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29
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Husserl
……………………………………………………………………………………………………..
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32
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Bergson
…………………………………………………………………………………………………….
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36
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Etica material de los valores
……………………………………………………………………..
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39
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Kohlberg y Piaget
………………………………………………………………………………………
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43
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Dewey
……………………………………………………………………………………………………….
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46
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Levinas………………………………………………………………………………………………………
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49
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Ricoeur ……………………………………………………………………………………………………..
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52
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Eticadiscursiva
………………………………………………………………………………………….
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55
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Eticaconvergente
……………………………………………………………………………………..
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58
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Rorty
…………………………………………………………………………….…………………………..
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61
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Morin ………………………………………………………………………………………………………..
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64
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Sen y Kliksberg
……………………………………………………………………………..…………..
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67
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IV
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Cotejo comparativo entre los autores
mencionados…………………….…………
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70
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V
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Recursos pedagógicos
……………………………………………………………………………….
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75
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VI
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Conclusión
………………………………………………………………………………………………..
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82
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CAPITULO I
PALABRAS
INTRODUCTORIAS
No se debe educar a los niños únicamente según el
estado presente de la especie humana, sino según su futuro estado posible y
mejor, es decir,
de
acuerdo con la idea de humanidad y con su destino total.
I. KANT
Remediar
la insurrección de los apetitos por un acto libre de automoderación y traducir este acto íntimo y moral en términos
sociales.
O. PAZ
Si
la humanidad ha de sobrevivir es necesaria una nueva forma de pensar.
A.
EINSTEIN
Ante los
prodigiosos avances de las tecnociencias, así como de la medicina y de otras
ramas del conocimiento y de sus derivaciones prácticas, que día a día nos
maravillan y que si bien en desiguales proporciones reportan a los humanos
mayor longevidad, mejor salud y más confort, parece justificarse el calificativo
de progreso. No obstante ¿son estos acontecimientos los verdaderamente más deseables? El
sólo hecho de que los beneficios que deparan no están al alcance de todos suscita
una perturbadora cuestión: ¿no habría que orientar hacia otros objetivos,
vinculados con la convivencia ética y la concordia, las aspiraciones que nos guían? Se trata de ir erradicando en el panorama de
las sociedades contemporáneas, con sus hondas raíces en el pasado histórico, todo
cuanto atente por obra de otros hombres contra el bienestar general.
Sólo una transformación tal constituiría
un progreso auténtico, aliado éste con
nuestra índole, exclusiva entre las demás especies vivas, de seres
dotados de espíritu, no sólo de inteligencia.
A este tema dedico las páginas que
siguen, comenzando por referirme sumariamente a hombres de pensamiento que, desde
la Antigüedad hasta nuestros días, volcaron gran parte de su preocupación en la
ética, y continúo sugiriendo luego los medios que según creo contribuirían al
giro que preconizo en las prioridades que se establezcan.
Constituye a la vez mi escrito un
llamamiento a la acción en el ámbito de la convivencia, en el nivel social
sobre todo, pero extensible al de las interrelaciones en el seno de pequeños
grupos o entre individuos.
La imaginación, una imaginación nutrida
por aspiraciones morales, sería el gran acicate, generando actitudes y
responsabilidades hacia los demás.
Los términos ética y moral los usaré
indiscriminadamente, como es muy común, pero no son sinónimos. Así, Hegel distingue entre Moralität y Sittlichkeit,
la primera en tanto que teoría de la ética y la segunda relativa a las normas
imperantes. “Moral”, en castellano proviene del latín (mores,
costumbres), y “ética” del griego (ethos). “Progreso” procede del latín y designa el paso
de un estado a otro superior.
Mi propósito se resume en alertar sobre
el horizonte de aspiraciones más sensatas, diría, que deberían guiar nuestros
planes y actividades en tanto que humanos para ascender, progresar hacia más nobles niveles
de existencia, de alcance éstos cada vez más universal. Se iría desmintiendo así la
descorazonadora afirmación de Shakespeare sobre la vida de los hombres: que
está llena de ruido y furor sin significar nada.
Para concluir, sin imaginación y un
gradual predominio de disposiciones generosas, de coraje, compromiso personal y de
autoconocimiento, no sería realizable ningún avance efectivo. Un tal requisito de transformación interior
lo considero esencial e indispensable abocarse al tema.
õ
CAPITULO II
LOS PENSADORES
Nunca dudes
que un grupo pequeño formado por ciudadanos y ciudadanas preocupados y
entregados a una causa pueda cambiar el mundo: quizás eso sea lo único que ha
hecho que el mundo cambie…
M.
MEAD
Con
el objeto de dar un respaldo a mis ideas que exceda mi sola reflexión y les
preste mayor sustento, expongo a continuación breves resúmenes del ideario
ético de insignes pensadores de todos los tiempos, sin pretensiones de exactitud
rigurosa.
Obvié
todo aparato crítico porque me importó sobre todo que me sirvieran de punto de
arranque para conclusiones mías, al fin de cuentas, ¿no es la historia del
pensamiento una serie de disidencias? Los desacuerdos entre exégetas llenan las
páginas de grandes volúmenes, no será tan grave una otra interpretación.
Por
otra parte, dejé en el tintero a teóricos de insigne valía: por ejemplo, los
presocráticos, Santo Tomás, Hegel, Nietzsche, Arendt, Rawls…Un mayor número de
pensadores hubiera sido imposible de incluir dentro de los límites de las
páginas que siguen. La casi totalidad de los escogidos son filósofos, ello
porque la mirada filosófica, por definición, es de alcance abarcador y atiende a
las raíces últimas de las preguntas que se plantea.
Una mezcla de azar y simpatía intelectual guió mis
elecciones, sobretodo fue determinante en casi todos los casos la esperanza en l surgimiento de un futuro de
concordia.
Entiendo que se justificaría recalcar más acentuada y
repetidamente el tema del pacifismo. Es de lamentar que no se haya enfatizado
con mayor contundencia su importancia crucial, aunque acaso se vea la paz
internacional como requisito sobreentendido para el progreso moral en tanto que
parte del rechazo de toda violencia.
Creo haber dejado claro que desde mi
óptica recurso sine qua non para impulsar un progreso real es ir
procurando un cambio de mentalidad que fortifique nuestra ínsita, aunque en
conflicto con otras facetas, índole fraternal.
La nómina de temas explorados incluye
los siguientes ítems:
a) Qué significa realmente progreso en
la historia y cómo propulsarlo.
b) Los círculos humanos a los que sería
conveniente hacer participar.
c) Muy en particular examinar la función
de la educación, una educación de sello axiopsicopedagógico.
d) Difundir las expectativas positivas
sobre la eficacia ética del propio obrar e inducir a que grandes mayorías se
comprometan en tal tipo de empresas.
e) El manejo pacífico de conflictos
intra y extrasubjetivos. Cabe coincidir con E. de Bono en que “no hay cuestión
más importante para el futuro del mundo que la adecuada resolución de
conflictos”. Este pensador denomina su
programa al respecto con la sigla SITO (supranacional, independiente y
organización del pensamiento),que incluye aproximadamente en inglés los
conceptos de proyecto y creatividad.
f) La universalización de los beneficios
que se logren para mujeres y hombres de cualquier nacionalidad, raza o
religión.
g) El cariz afectivo de la disposición
al ethos.
h) Las coincidencias entre diversos
pensadores sobre el carácter y la deseabilidad de que proliferen las conductas
y las posiciones teóricas y afectivas de signo moral.
i)
Que
los gobiernos se liberen de la violencia estructural y se vuelquen en el
desarrollo físico, moral e intelectual de todos los gobernados.
j)
Que
la perspectiva de ir construyendo estructuras socioeconómicas regidas por la
justicia y lazos interpersonales e intersectoriales positivos se extienda y
derive en realizaciones condignas.
Concuerdo con A. J. Ayer, y en
general con la escuela del positivismo lógico en que ética es emotividad, pero
a diferencia de la opinión de estos teóricos ello no significa restarle validez. Precisamente
que nos conmuevan hechos, personas, situaciones es la base de nuestras estimas
o rechazos en relación a lo que más raigalmente somos: criaturas que deseamos,
amamos, odiamos, repudiamos, aspiramos, fabulamos, y al compás de tales
movimientos anímicos nos sentimos desdichados o felices así como nos aprobamos
o condenamos.
No cabe además ningún escepticismo
porque nuestras reacciones afectivas sean mudables, moldeables como lo deja ver
la historia según influjos socioeducativos, y el trascurso de los tiempos
demuestra que pese a los hondones históricos en que parece derrumbarse todo
principio, todo amor del hombre hacia su semejantes, la marcha ha sido
ascendente. ¡Somos mejores que en épocas
pasadas!
Esta comprobable evolución hacia
metas más dignas es sustento razonable de expectativas relativas a un remoto
pero no imposible triunfo del bien,
triunfo de nuestra especie.
Doy cuenta a continuación de mi visión
sobre las posiciones escogidas.
õ
CAPITULO III
SÓCRATES
…afirmaba (Sócrates) no poseer ningún saber, y
ser sólo capaz de colaborar para que los demás pudiesen dar a luz sus propios
saberes.
R. MALIANDI
…un incesante escrutinio de sí mismo
para conocerse intelectual y moralmente (….), para advertir las propias fallas
espirituales y mejorarse mediante ese continuo examen de conciencia constituye
una perenne e imprescindible exigencia cognoscitiva y ética.
R. MONDOLFO
El mayor de
los pecados es la precipitación; todo lo que llega a la conciencia es justo.
O. WILDE
Sócrates
(470-399 a. J. C.), el filósofo ateniense con el que comienzo mi listado de insignes
pensadores, fue quizás un lejano antecesor de la contemporánea Ética del Discurso,
porque el instrumento de que se valió a
fin de arribar a conclusiones para todos aceptables fue el diálogo, una forma de
discurso.
Se
le debe asimismo, aunque en otro terreno que el ético, el concepto de concepto.
Para poder determinar qué es algo necesitamos poseer conceptos, instrumento
capital. No dejó ningún escrito, y se
debió principalmente a su discípulo Platón la transmisión de su doctrina. En
ella son cruciales en relación con lo que me propongo tratar los siguientes: a)
El hombre es naturalmente bueno y sólo por ignorancia incurre en el mal. b) Tal
ignorancia afecta a saberes inscriptos en la conciencia de cada cual pero no
accesibles a la del sujeto. ¿El moderno psicoanálisis reconoció su deuda con este
fundamental aserto socrático? c)El
procedimiento que permite el acceso al propio saber de tales contenidos es la
mayéutica, y la mayéutica,(profesión delas
comadronas) consta de dos pasos: el primero es el de ayudar a parir, el segundo,
mayéutica propiamente dicha, lleva, en el terreno del conocer, a saber es hasta entonces tergiversados por tradiciones
no examinadas o prejuicios. El segundo, que es asertivo, adueña de saberes
verdaderos y abre ala autenticidad personal.
Claro, ningún autoexamen proporciona conocimiento científico, el cual
requiere, si bien con el auxilio de la razón, de la observación y a veces de la
experimentación. d)Penetrar en la propia conciencia necesita dela colaboración
de un “maestro”, que sin inculcar ningún contenido en sus diálogos con sus
discípulos, los va llevando a descubrir conocimientos que de hecho ya poseían. e)
Se asimila el comportamiento moral con el ejercicio de la virtud. Virtud (areté en griego) significa
excelencia en el ejercicio del don que le es a uno propio. En el ser humano tal
don es la capacidad racional y el saber sobre sí.
Especifica
Aristóteles: “Creía Sócrates que las virtudes se identificaban con la razón (...)
y que donde hay ciencia no puede faltar el dominio de sí mismo, pues nadie que
tenga inteligencia obra en contra de lo mejor, (...)o si lo hace es por ignorancia.
De ahí que constituya virtud la famosa admonición del Oráculo de Delfos: “conócete
a ti mismo”.
Comenta
Esperanza Guisán que la autoposesión respecto a nuestro sentir contribuye a la
autoestima y a la par a una más plena aceptación del otro, y para Mondolfo la
mayéutica significa amorque se manifiesta en una actividad que mejora a los
demás. Quienes lo ponen en práctica se mejoran a la vez a sí mismos. “Sólo sé
que no sé nada”, la frase famosa de Sócrates, al proponer a sus discípulos que
incursionaran en su propia interioridad les hacía conocerse a si mismo ya la
par, sus propios saberes inconscientes.
Descubrirse
a sí mismo fue calificado de corrupción de la juventud por los poderes
imperantes; la autonomía fue y sigue siendo peligrosa para el mantenimiento del
poder político.
Ecos
de la posición socrática se descubren en la contemporánea Ética del Discurso,
que preconiza que a través de diálogos entre partes con iguales prerrogativas
se intente avanzar pacíficamente hacia consensos. Pero la similitud con la
mayéutica no va más allá, porque en el “discurso” los interlocutores no son
respectivamente maestro y discípulo, sino por lo general iguales. Con todo en
el fondo de ambas posiciones late una misma vocación de armonía
interrelacional.
Se
justifica aplicar el calificativo de valiente a la concepción ética de Sócrates
quien inauguró un enfoque que en el curso de los siglos no dejó nunca de
prolongar su exigente vigencia.
õ
PLATÓN
La idea de
Bien, por su dignidad y poder está más allá del ser.
PLATÓN
Con mucho la
más considerable y bella manifestación del pensamiento es lo que concierne a la
configuración de los Estados con temperancia y justicia.
PLATÓN
A Platón (429-348 a.J), miembro intermedio de la
insigne trilogía constituida por Sócrates, de quien fue discípulo, y
Aristóteles, de quien fue maestro, se le deben esencialmente, en el campo de la
metafísica, la doctrina de las Ideas, y en el de la ética, el inicio de una
luego muy frecuentada vinculación entre moral y política.
Según
su concepción metafísica el todo de lo existente se reparte entre lo verdadero,
que denomina Ideas, a las que confiere
un carácter ultraempírico, y los acaecerestémporo-espaciales captables por las
impresiones de los sentidos. Este segundo orbe es mudable, incierto,
perecedero; las Ideas, en cambio, al constituir las esencias de lo sensible, son eternas, inmutables, modelos de lo que
cotidianamente vivimos. No se trata de los recursos mentales que intervienen en
el proceso de razonar, sino que, de índole innataaccedemos a ellas en nuestra
vida mortal, conjetura Platón, gracias a un como recordar, una reminiscencia
que evoca lo justo y lo bello, propioséstos de un existir prenatal.
En
la famosa Alegoría se describe una caverna en la que moramos los mortales donde
sólo se perciben sombras de lo real, y se
afirmaque sólo saliendo de ella lograríamos conocer lo verdadero. Se metaforiza
en la alegoría lo que entiende Platón por vida en el mundo de los mortales; en
estesaber de algo suele ser solo opinión (doxa) y no conocimiento cabal
(episteme).
Creo
que esta ultramínima incursión en la metafísica de Platón resulta conveniente
antes de pasar a una, también breve incursión, mínima, pero concerniente ésta a
mi propósito aquí, de referirme a su ética, porque ésta se condensa
precisamente en una Idea, la Idea de Bien.
Las
Ideas se hallan jerárquicamente ordenadas y la de Bien es la más elevada de la
escala. Concierne a “lo justo, lo bello y lo bueno”, a lo que nos conmueve en
el arte, en la labor científica, en la beneficencia y hasta en muchas acciones
comunes, y dota de significado al bullir de lo existente. A mis ojos, no salir
de rutinas nos mantiene efectivamente en una “caverna”, al contrario de lo que
es vivido con hondura y en lo cualexperimentamos lo que sentimos como más entrañable.
Vale
esto, desde luego, en el ámbito de la política, al punto de que Platón,quien se
involucró en ella en persona, corrió inclusive peligro de muerte por colaborarcon el gobierno en la isla de
Siracusa.
Claro
que Estados perfectos, inobjetables, como el ideal que se plantea en La República, sólo pueden existir
como ideales precisamente, o modelos, pero los responsables de las gestiones de
gobierno deben de todos modos obrar guiados por los más altos principios
éticos, teniendo presente lo que constituye en última instancia la “causa
suprema y última del Universo”, hacia la cual todo se encamina, esto es, la
Idea de Bien.
En
su libro de 2012, La República de
Platón, el prestigioso sociólogo y filósofo Alain Badiou, a través del
original expediente de hacer hablar a Platón a través de Sócrates, y no a la
clásica inversa, presta centralidad a la faz política del pensamiento del
griego. Le hace optar por el término Verdadero, o Verdad en lugar del de Bien,
porque (para A. Badiou, claro) el Bien es la Verdad de nuestra índoleen tanto
que inclinación hacia la justicia y la piedad. Yaun a la sensatez, agrego por
mi parte, si se toman en cuenta hasta donde sea posible las consecuencias de
las acciones que se llevan a cabo superando las disposiciones egocéntricas, de
tan fuerte dominio por lo común.
Solo
de modo paulatino podrá, esperemos, ir prevaleciendo la Idea de Bien entre los
humanos, los que se irán convirtiendo así en Sujetos, según el nombre que les confiereBadiou.
Los Sujetos son seres que disfrutan de la felicidad que otorga contribuir al
reino de la armonía.
Son
personas plenas, e importa en especial que sean tales quienes ejercen funciones
de gobierno, ya que en las instituciones deben primar “la temperancia y la
justicia”, inscriptas éstas la Idea de Bien.
Ante
la violencia y la crueldad de los enfrentamientos que dividían en esos años a
las ciudades griegas entre si, (Rodolfo Mondolfo nos advierte que no hay que
idealizar tal civilización en estos aspectos), no resulta extraña la opinión
platónica de que debieran ser filósofos los encargados de la gestión pública. En
principio, al menos, los filósofos se hallan más libres que el resto de los
humanos del dominio de la desmesura, del egocentrismo, y son máspermeables en
cambio a los dictados de la razón. Forma parte de su cometido específico
despejar mitos, a veces seculares, que obstaculizan el avance de lo positivo.
En
El banquete, el personaje de
Diotima habla del amor y del condigno anhelo de legar lo mejor de sí a las
generaciones venideras, y ¿no atañe tambiéna los filósofos transmitireste
legado, educando incluso a los educadores, porquési no, quién los educa dentro
de un panorama de vastos alcances? ¿“Quien formaría a los formadores”?
Pongo
término a mis observaciones básicas sobre cuánto concierne a la Idea de Bien
recalcando una vez más lo nuclear a mi juicio de su sentido: “mantiene unidos Cielo
y Tierra, dioses y hombres”, al sustentar las normas de la “sociabilidad, la
amistad, el buen orden, la prudencia y la justicia”.
Agrego
que justicia efectiva significa beneficios parejos o similares al menos para
todos los hombres,incluyendo los del porvenir, no sólo para los contemporáneos
de los teorizadores. Esto incluye tomar
en cuenta el progreso de la historia hacia realizaciones cada vez más
inclusivas, “Sin la Idea de lo Verdadero
– dice Badiou – el Sujeto no puede distinguir (…) las cosas que le son auténticamente
útiles”. Entre ellas, esencialmente –continúa este autor– “que todo el mundo,
de grado o por la fuerza salga de la caverna”. Si sólo una aristocracia
minoritaria (…) goza de la Idea de lo Verdadero, nada cambiará.
Es
preciso que no se efectúe por la fuerza tal conquista. Hay que desconfiar de toda
violencia, por excelentes que sean los fines que se alega perseguir, porque la
violencia es cruel y además proclive a desvirtuaresos mismos propósitos. Así
creo, al menos, y la historia parece confirmarlo en multiplicados casos. Atengámonos
a esos testimonios, lo que involucra al mismo tiempo respeto por los demás y evitarles
sufrimientos.
ARISTÓTELES
Ningún ciudadano se pertenece a sí mismo, sino
todos a la ciudad, pues cada uno es una parte de ella.
ARISTÓTELES
Es evidente que la política debe poseer cierto
conocimiento de lo que tiene que ver con el alma…
ARISTÓTELES
…parece que es la amistad lo que
mantiene la unidad de las ciudades y que los legisladores es como si se
aplicaran a conservarla más aún que a salvaguardar la justicia.
ARISTÓTELES
Se considera a Aristóteles (384-322 a.J) el
iniciador de la ética como disciplina independiente, al haber hecho descender
el trascendentalismo de la concepción platónica a una interpretación ceñida a
la condición y a la sensibilidad humana. Sin escapar al teleologismo que
impregna la realidad toda, en este ámbito el fin de que se trata estriba en
última instanciaen la felicidad, y constituyeésta una meta final porque no es
medio para obtener otra cosa sino que se basta a sí misma como estado último.
Aristóteles
estableció las notas a que deben ajustarse las conductas éticas: habitualidad y
no cumplimiento sólo esporádico, opción por el término medio entre dos extremos:
así, ni prodigalidadni tacañería,ni temeridadni cobardía, etc. Pero ¿no es éste,
podría considerarse, un requisito discutible? porque aunque sensato por lo
comúnexcluye el apasionamiento moral que tantas veces arrebata a los que
Bergson llama “héroes del bien”. En
nuestros días, por ejemplo, Gandhi, Mandela, la madre Teresa, Luther King; en
la antigüedad los mismos Jesús y Moisés, y por último, aunque silo más
importante, conducta ética es la emanada de la libre decisión.
La
más elevada de las virtudes morales es la justicia, para todos obligatoria,
pero no totalmente autártica –alega el Estagirita– porque requiere
necesariamente la existencia de un otro u otros, sin los cuales los actos
justos no serían ejecutables.
Por
otro lado la eticidad es compartida entre las virtudes éticas y las
dianoéticas;unas y otras vinculadas con el uso de la razón, las primeras
conciernen a la razón práctica y se hallan en conflicto frecuente con deseos
incompatibles con los principios sustentados, y las otras, las virtudes
dianoéticas, son las referidas al conocer. Éstas últimas, las más elevadas al
ser ejercidas, proporcionan la felicidad máxima. No surgen de ningún hacer sino
de una contemplación de la verdad, o sea de la filosofía.
Comprende
sin embargo, el perfectamente situado en la realidad Aristóteles, que una vida dedicada
exclusivamentea la filosofía es inasequible para el existir humano, y sólo
puede constituir un ideal. Solamente un ideal, por más que “sería muy extraño
que un hombre no prefiriese vivir una vida que le es propia”, pero es el caso
queson “muy variadas las modalidades, anhelos y tentacionesque nos son propios”.
Concluyo
con un punto de la mayor relevancia: la relación entre política y eticidad, en
absolutoajeno precisamente al interés de Aristóteles. Asevera éste que tal relación debe ser regida por el deseo
de los humanos de “vivir juntos”, bella concepción que en nuestros días comparte
entre otros filósofos, Paul Ricoeur, alimentada por sentimientos de amistad.
Los hombres no se asocian para “formar una simple alianza defensiva, o en vista
de intercambios comerciales...”,sino que “las formaciones de la sociabilidad se
originan en la amistad”. Dicho en otros
términos, los pactos políticos son resultado de ese sentimiento, pues “la
elección deliberada de vivir juntos no es otra cosa que amistad. Y oigamos otra
vez a Ricoeur, “la política prolonga la
ética dándole una esfera de ejercicio”.
Cito ahora a Jonathan Barnes, quien aduceque,como es generalmente
admitido, para Aristóteles el hombre es por naturaleza un animal social, y
explicita además que “las ligaduras entre agrupaciones humanas y Estados no son
artificiales sino manifestaciones de la propia naturaleza humana”.
Es
lo que deben oír todos los responsables de la gestión pública, en el terreno
nacional e internacional, disponiéndose a poner en práctica biopolíticas en un
sentido amplio y generosamente existencial.
Queda
señalado el cariz antropológico de la ética aristotélica en todos sus niveles,
pues su ejercicio equivale de hecho a un integralser sí mismo.
Tironeadas
entre impulsos egocéntricos y otros de acercamiento y cuidado de los demás, las
criaturas humanas vamos buscando solucionar este radical conflicto que se
enseñorea habitualmente de nuestras vidas. Como observó Kant, incluso una
sociedad de demonios necesitaríaregirse por leyes, pero entre nosotros éstas
expresan también temples anímicos no utilitarios: respeto mutuo, atención a los
derechos ajenos. “Una buena constitución” asegura que la polis sea sede
de un deseable bienestar para las agrupaciones de familias, con miras a “una
vida perfecta y que se baste a sí misma según lo mejor que radica en nosotros”.
En los sugerentes términos del gran filósofo, gobernada por la amistad”.
õ
SPINOZA
…los corazones no son vencidos por las
armas, sino por el amor y la generosidad.
B. SPINOZA
…el pensamiento no puede discurrir nada mejor
que lo que concuerda enteramente con nuestra naturaleza (…) quienes son
gobernados por la razón no desean para sí nada que no deseen para los demás,y
son así justos, honestos y de buena fe.
B.SPINOZA
Por
generosidad entiendo el deseo por el cual cada uno se esfuerza, en virtud del
solo dictamen de la razón, por ayudar a los demás hombres, y unirse a ellos
mediante la amistad.
B. SPINOZA
De
los pensadores de la Era Moderna me detengo en primer término en Baruch Spinoza
(1632-1677), cuya doctrina, de orden fundamentalmente metafísico, incluye
asimismo entre otras muy relevantes cuestiones, la del sustrato moral de los
regímenes políticos. Asevera el filósofo holandés que conducirse según el ethos
requiere que el alma se libere de las que califica “pasiones tristes”, tales
como la codicia y la avaricia, el afán de poder, el resentimiento, la envidia y
otras de similar tenor. Constituye un aspecto primordial del espinozismo tal reconocimiento
del influjo de disposiciones o propensiones anímicas, y asimismo, como
adelantándose al psicoanálisis, se sostiene aquí que “la idea clara de una
pasión” aminora o aún anula su dominio. Sólo en quienes desconocen su propio
sentir se tornan aquellas “tristezas” invencibles.
Ocurriría
además que todo deseo tendiente al bien “es más potente que cualquier otro emanado
de la tristeza”. Estas últimas tendencias resultan en “mermas de la utilidad
común a todos…”
Al
igual que en Sócrates,el mal procedede la ignorancia de sí, y el deseo de bien,rasgo
de los hombres justos, radica en su “conocimiento de sí mismos y de Dios”.Afirma
Spinoza por otro lado que en cada cosa alienta un conatus, o sea el
anhelo de perseverar en su ser. ¿Cuál sería el conatus correspondiente a
los humanos, únicos como somos en el reino de lo viviente dotados de espíritu y
de autoconciencia y no de mera inteligencia?
“Si
tuviésemos presente la consideración racional de nuestro interés auténtico y
del bien que producen la amistad mutua yuna sociedad comunitaria…”, no
podríamos contrariar en ninguna de las múltiples vocaciones humanas, las
tendencias a fortificar tal amistad.Es lo que propician los regímenes
democráticos de gobierno. En principio al menos, pero “todo lo bello es difícil
al par que raro”.
Destaca
Antonio Negri, exégeta entusiasta de nuestro filósofo, en su Spinoza y
nosotros, el valor que cobra en su doctrina el ideario democrático. Según
su interpretación, no en el modelo representativosino como gobierno directo de
la “multitud”. Conservando desde luego en este modelo los valores básicos de
justicia y libertad, favoreciendo a las grandes mayorías.
¿No
afirma el mismo Spinoza, con optimismo lamentablemente no siempre justificado,
al referirse a las asambleas (¿partidiarias, por ejemplo?) convocadas en las
democracias que “sería poco menos que imposible que una mayoría sancionara
absurdos”? El caso es que los bienes espirituales constituyen un patrimonio que
aumenta con el goce común, mientras que los bienes empíricos disminuyen a causa
de segmentaciones. Los primeros pueden compartirse
ilimitadamente y contribuyen a la unión entre los hombres en tanto que las
apetencias inferiores los separan. Es indispensable, se concluye puesque
predominen condiciones económicosociales adecuadas para todos a fin de que la
vida espiritual sea factible. Quienes vean la salvación del hombre en este estrato
no podrán desentenderse de la prevalencia de un bienestar físico y de una
educación adecuada y de excelencia, de las que nadie quede excluido.
Claro
que no es fácil para quienes gobiernan,directa o indirectamente, introducir valores
éticos que arrasarían con privilegios sectoriales o personales varios, o aún
prejuicios o paradigmas de la educación recibida.
Para
no fracasaren la empresa se impone una “reforma del entendimiento”, título de
un opúsculo del mismo nombre de la autoría de Spinoza.
Concluyo:
para algunos intérpretes, C. Gebhardt por ejemplo, la doctrina de la que me
estoy ocupando implica una “armonía dinámica”; para otros, más numerosos, entre
ellos E. Cassirer, una “quietud bronzínea”.
Fuese
como fuese, en ella un aura de
conciliación universal circunda tanto metafísica como ética y sentirla hace
brotar un “verdadero contento del ánimo”. Se trasunta tal temple en lo escrito
por ese “hombre quieto” de quien habla Borges en uno de los dos poemas que le
dedicó, ese hombre que “labra un arduo cristal: el infinito mapa de Aquel que
es todas sus estrellas”.
Nos
queda como legado de su pensar sobre moral un cruce de influjos recíprocosentre
conatus, democracia yreforma
del entendimiento. Un cruce éste que nos posibilitará en variadas modulaciones
“no ceder a aquello que sabemos con certeza que nos impide adecuarnos al modelo “Dios o la
Naturaleza”, propiciando en cambioacercamientos a nuestras potencialidades más
altas. Nada generará tristeza entonces ni siquiera la segura perspectiva de la
muerte. (¿Y la de la gente amada, se pregunta una?).“El sabio en nada piensa
menos que en la muerte”; “sabemos, experimentamos que somos eternos”, y con
ello nos inunda el “amor intelectual a Dios”.
En
la visión total de Spinoza el ser humano, cada uno de nosotros, asciende a una superior
dignidad. Ser dignos de tal respeto y amor a nuestras personas es la respuesta
que corresponde a tan exigente y acaso realizable legado.
õ
KANT
…la perfección, que es un deber pretender,
aunque no sea alcanzable en esta vida (…) es un deber hacia sí mismo…
I.
KANT
…es
obligación (de todo hombre) reconocer prácticamente la dignidad de la humanidad
en los demás hombres…
I. KANT
Para Kant la historia humana presenta un
desarrollo que apunta idealmente a la realización de una vida civil universal,
sustentada en la idea de la paz perpetua
D.LESERRE
Es clásicamente aceptado que en la concepción
ética de Immanuel Kant (1714-1804) prima el ideal del deber moral, sin que se
conceda mayor relevancia a la afectividad ni a los valores. En los comentarios
que siguen me propongo revertir tal interpretación, siguiendo en ello a Jacobo
Kogan, primero en nuestro medio en refutar que para el gran pensador la
facultad racional frena la espontaneidad y el desarrollo de sentimientos y
radica en ella la fuente exclusiva del ethos. No hay tal, puesto que “la
cualidad ética" está “representada por la ley, no constituida por ella”, ydado
que el mismo Kant asevera que “sin sentimiento moral no hay ser humano”. “Si la
ley moral no estuviera ya dada en nosotros no podríamos producir nada semejante
por medio de ninguna sutileza de la razón ni imponerlo al libre arbitrio por
ninguna charlatanería”.
Se
adjudica pues al ethos un arraigo antropológico, y que emociones y
sentimientos poseen relevancia en este terreno se refleja a mi juicio, como
demostración psicológica, en el tono ferviente de algunas expresiones del
filósofo.
Ejemplifico:
“Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y
crecientes… el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”. También demostrarían esa misma tesitura la
primera y la segunda fórmula del imperativo categórico. En la primera se nos
insta a obrar en forma tal que podamos desear que la máxima que rige nuestra
acción se vuelva ley universal; en la segunda se recomienda: “obra de tal
manera que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un
medio”.
Es
que la criatura humana tendría que conferirse a sí misma unavalía de excepción,
una “noble ascendencia”, y pronuncia Kant: “Deber, nombre sublime y grande, tú que no
encierras nada amable que lleve consigo insinuante lisonja (…), ¿dónde se halla
la raíz de tu noble ascendencia? (…) esa raíz de la cual es condición necesaria
que proceda aquel valor que solo los hombres pueden darse a sí mismos”.
Reitero,
para concluir, que en consonancia con escasos exégetas, y menciono ahora entre
ellos a H. Cohen, que lejos de asumir una postura formalista para Kant la ley
moral se halla impregnada de sentimiento, pues el sujeto humano se siente llamado
por el bien y por respeto hacia sus semejantes, así como inspirado por su
propia consideración hacia sí mismo no asimilable a un huero deber.
Aunque
sea verdad que según el ya recordado alegato de Kant hasta “una sociedad de
demonios” tendría que regirse por reglamentaciones para sobrevivir, la
motivación de fondo es aquí muy otra.
En
su Antropologíase formulan cuatro preguntas fundamentales relativas a
nuestra índole: ¿qué puedo saber?, ¿qué puedo hacer?, ¿qué puedo esperar?, ¿qué
es el hombre? A la última de estas cuestiones es posible responder: es unser
dotado de sensibilidad ética, de sentido de lo que se debe a si mismo y capaz
de progresar hacia estadios paulatinamente más perfectos. O sea, es educable en
relación a las metas que se propone; acaso sean ellas inalcanzables en el curso
de cada vida, pero pueden guiar el andar, alpar que las que denomina Kant
“Ideas de la razón”. Ellas son la idea de la libertad, la de la inmortalidad y
la de la existencia de Dios, indemostrables pero no por ello menos
dinamizantes.
Alcanzar
una paz perpetua entre las naciones se suma a las preocupaciones de raigambre
moral que embargaron a Kant. Dedicó un libro, denominado La paz perpetuaprecisamente,tema
que se incorporó a su concepción de un mundo mejor. Sin el anhelo de una conciliación
duradera y universal, aunque sólo de ilusión se trate, el ideal de progreso se
derrumba.
õ
UTILITARISMO
…que en todo los humanos el impulso de mejorar
el bien general se convierta en uno de los motivos habituales de la acción.
J.S.
MILL
…cualquier
acto de amor a los seres sintientes puede colmar con holgura el vacío que nos
lastima cuando nos ausentamos del mundo y renunciamos al derecho a mejorarlo.
E.
GUISÁN
El utilitarismo, doctrina surgida entre los
siglos XVIII y XIX, aunque con esbozos en la Antigüedad, fue elaborada por
Jeremy Bentham (1784-1832), seguido por John Stuart Mill (1806-1873), quien le
confirió sus perfiles más finos, disociándolode hecho, de su desafortunada
denominación de “utilitarismo”.
¿Por
qué, de todos modos, tal nombre? Porque son calificadas de “útiles” las acciones
ejecutadas con intención de procurar
beneficios (o aminorar desdichas o sinsabores) a otros. Tales serían los actos morales, los cuales, a
la par, resultan “útiles” para sus mismos autores. Además, debe intentarse que
se extiendan tales efectos positivos al “mayor número posible” de
destinatarios.
Se
imponen aquí algunas aclaraciones, sobre todo en la línea de Mill, quien sutiliza
con refinamiento ético la postura del creador de la doctrina. No se
trata de otorgar beneficios que produzcan placer, sino sentimientos de
felicidad.
Según
Mill “ningún ser humano inteligente admitiría convertirse en un necio, ninguna
persona culta querría ser un ignorante…”, y agrega: “…los placeres de las
bestias no cumplimentan la idea de felicidad que se forja el ser humano”.
Por
mi parte juzgo esencial asimismo que el requerimiento de aliviar al mayor
número posible de otros, se interprete desde un enfoque globalizante,
mundialista.
Observa
el exégeta contemporáneoR.B. Brandt que bien entendido el utilitarismo es
“regulador”, o sea que se ocupa de actos específicos que se ejecutan, en
consonancia o no, con la doctrina,y de tal manera resultan mejor aseguradas las
consecuencias de las opciones tomadas. Dice asíBrandt: “un acto es justo sólo
si no lo prohíbe el código moral ideal para la sociedad”. Aunque advierto por
mi parte, los códigos no son invariantes sino que van evolucionando históricamente.
Mill
se concentra muy especialmente en las estructuras sociales. “Las relaciones de
injusticia –dice– degradan por igual a ambas partes, a los privilegiados y a
los marginados, a los amos y a los esclavos”. Tomó partido, por ejemplo, influido por su
mujer, en contra de la discriminación antifeminista, tan marcada en su tiempo y
caso flagrante de actitud generadora de injusticias inadmisibles. Esa fue solo una de sus preocupaciones; además
se opuso al apoyo de Bentham a los gobiernos mayoritarios sin establecer los
debidos controles, pues las libertades individuales deben ser respetadas –aducía–,
y habría que hacer surgir centros de resistencia si ellas son avasalladas. Por
lo que atañe a su visión de futuro, concluía que no se había dado aún “el mayor
número posible de personas involucradas y que incrementarlas debía constituir
una finalidad impostergable, con el objeto de generar “existencias libres de
dolor y tan ricas en goces como fuera dable”. Sin “olvidar tampoco a las
criaturas sintientes en su totalidad”.
Los
valores y posiciones afectivas que alientan en el utilitarismo no suelen ser
especialmente frecuentes en el mundo social presente… o de todas las épocas,
pero constituyen esencias del ethos y, bajo la forma del utilitarismo de
reglas, postura atenta a las consecuencias del actuar, nos tornanproclives a la
bondad que quizás alguna vez prolifere entre las gentes, conformándolo para lo
mejor. Bondad pues, esevocablo hermoso, como la califica Esperanza Guisán.
Trátese
del utilitarismo como norma determinante en actos singulares o del utilitarismo
de reglas, de tanto mayor alcance, el valor y sentimiento ético que en esta
doctrina rige es la preocupación por el prójimo, la responsabilidad en relación
a la conformación general de su vida, que simultáneamente dota de sentido a la
de cada uno de los responsables de sus avatares.
Se
le ha criticado a la escuela que perseguir el mayor bien de la mayoría podría
implicar por ejemplo injusticias a individuos o a sectores determinados.
Respondo que sería imposible tal derivación, porque en la índole humana el
concepto de bien es incompatible con el de daño injusto. Claro que la
casuística presenta problemas no fáciles de dilucidar, y es misión de los
filósofos u otros pensadores analizar tales intrincados casos; siempre, claro,
con la alta mira del bien general.
õ
MARX
…una asociación en la que el desenvolvimiento
libre de cada uno es la condición básica para el desenvolvimiento de todos.
K.
MARX
Los filósofos se han limitado a interpretar el
mundo de variadas maneras, de lo que se trata es de transformarlo.
K. MARX
Como ningún otro sistema filosófico el de Karl
Marx (1818-1883) ha influido en el
devenir de la política, y a nivel mundial, no sólo porque se haya establecido
el comunismo en Rusia en la segunda década del siglo pasado. En su faceta
ontológica postula una base material de la realidad toda, y dinamizada tal
materia por un avance dialéctico en el que, como consecuencia de las contradicciones
que las oponen, se van sucediendo tesis, antítesis y síntesis. Marx tomó de
Hegel la concepción dialéctica, pero, discípulo díscolo, no coincidió en cuanto a cual sería la etapa final del
proceso: para Hegel la conciliación postrera en el senode la realidad última
(la Idea, según su posición metafísica),en tanto que Marx concebía tal
culminación como conquista de la emancipación del ser humano respecto a las
enajenantes condiciones prevalentes en las sociedades, prácticamente desde las
primeras épocas de la historia.
Se
les debe esencialmente a Marx y a su colaborador Engels el análisis crítico yuna
propuesta de solución superadora de tales condiciones negativas y antiéticas. Es
verdad que en virtud del movimiento dialéctico intrínseco a lo existentecambios
se darán aún sin que intervenga un propósito humano, pero los ideales éticos de
justicia, así como los reclamos de hecho, son factores de aceleración.
Tales
reclamos, que se satisfarían con la forja de una sociedad sin clases
privilegiadas y otras abusadas (bajo la forma de la plusvalía[1]
en buena parte tales abusos) han de implementarse en acciones revolucionarias.
En
una primera etapa, después de derrotado el capitalismo, el poder pasaría a los
trabajadores, pero sólo como situación pasajera, previa al surgimiento de una
sociedad eminentemente igualitaria, exenta de prerrogativas para nadie.
Es
notable que las grandes innovaciones socioeconómicas no hayan sido precedidas
por análisis de teóricos que no padecieron personalmente las injusticias que denunciaban.
Es que los movía un sentir moral independientede los avatares de su existencia
individual. Fue el caso de Marx, quien a salvo de apreturas pecuniarias gracias
a su amigo Engels, fue sensible a la suerte de las víctimas de la “violencia
estructural”.
Empero,
coincidir con el rechazo a situaciones crueles e inmorales no involucra
coincidir también en cuanto a los medios que terminarían con ellas.La
violencia, no me cansaré de repetir, es repudiable, y además sospechosa respecto
a los motivos que la hacen surgir. Quizás
obedezca,por caso, a resentimientos que se disfrazan, incluso para quien se
deja llevar por ellos, tras nobles pretextos.
Por otro lado, la historia revela cómo la Revolución Francesa y la
Revolución Comunista, por ejemplo, concluyeron en despotismo y tuvieron un
triste final. Los aspectos doctrinarios
del marxismo, justicieros y morales, continuaron sin embargo ejerciendo su
atractivo en múltiples partidos comunistas y socialistas, y en el mundo entero se continúa su prédica en
pro de una sociedad equitativa, donde no se dé la plusvalía o alguna otra forma
de explotación del hombre por el hombre.
En
los hechos sin duda mucho se ha logrado, pero queda tanto por superar…Agradezcamos
a Marx y a Engels que con su ideario hayan prestado otra vez renovada fuerza,
después de movimientos sociales anteriores, al impulso y la esperanza de poner
término a inequidades que degradan lo que debería ser el predominio de un
“vivir juntos” que arraiga en anhelos básicos
en la naturaleza humana.
õ
HUSSERL
Es (hermoso) hacer lo que hace bien a un otro;
tener consideración en mi actuar… una hermosa consideración hacia él.
E.
HUSSERL
Haz en todo
momento lo mejor entre lo alcanzable en la esfera sometida a tu influencia racional.
E.
HUSSERL
Edmund Husserl (1859-1938), una de las voces
más eminentes de la filosofía contemporánea, es reconocido sobre todo como
fundador de la fenomenología, la escuela filosófica que investiga, según es
común afirmar, los planos radicales de la experiencia cognoscitiva en la
relación del hombre con el mundo y con los demás, buscando llegar a “las cosas
mismas”. Pero ésta es una interpretación limitada del pensamiento husserliano,
como se ha ido reconociendo a lo largo del tiempo, gracias sobre todo a la
publicación de textos póstumos a cargo de los Archivos de Lovaina. Por lo que
concierne a la ética influyeron además las conferencias sobre La crisis de la humanidad europea y la
filosofía, de la década del 30, y los artículos publicados en la
revista japonesa Kaizo (en castellano, renovación) entre 1922 y 1924.
Cinco de ellos fueron recogidos en un breve volumen traducido al español bajo
el título de Renovación del hombre y la cultura.
Husserl
lamentó en comunicaciones personales lainterpretación limitativa de su
pensamiento, ycuadraríaademás alertar contra ella el hecho de que según su
fenomenología la actividad racional es sumamente amplia: engloba una faz
valorativa, otra práctica e incluso una faz afectiva. De modo que la
intelectualidad sería parte de una “autoconciencia filosófica radical”, una teoría
del vivir trascendental donde tienen cabida asimismo el compromiso ético y el social.
En
su disertación Crisis, evocando de hecho una idea de Platón, se sostiene
que competería a filósofos ser “funcionarios de la humanidad”, vinculando su
vocación de pensadores con el interés por “lo que vale y con la acción práctica
(…),incluyendo los hechos de la estimación”. Esto es pues,el movimiento de la
conciencia que lleva hacia lo otroy rige “la unidad natural (…) de nuestra
vida, que se manifiesta en nuestros deseos, en nuestras valoraciones, nuestro
paisaje…”
Un
sello decididamente antropológicocaracteriza por lo tanto la filosofía
husserliana, acaso fortificado por los aconteceres de la Primera Guerra
Mundial, estallada en 1914, donde el filósofo perdió un hijo. Calificó la
guerra el pensador de “pecado universal
y profundo”, y no es improbable que haya incrementado su interés por el tema
del ethos, inclinándolo a proponer una “renovación” de las actividades y
comportamientos en que éste se traduce.
Tal
renovación (o innovación acaso, porque ¿cuándo han prevalecido en la historia
normas más altas que las actuales, que haya que “renovar”, frente a lo que
podría percibirse como “hundimiento de la cultura racional”, como “hostilidad
al espíritu”?). Tal renovación haría nacer el anhelo de una acrecida
interioridad de vida y de espiritualización, como “prenda de un futuro grande y
lejano”.
Mi
propósito aquí es básicamente transmitir la concepciónhusserliana de ese
espléndido futuro, y para ello me valgo casi exclusivamente de los ítems que se
desarrollan en Renovación del hombre y de la cultura.
Los
puntos que destaco de entre los tratados son los siguientes:
a)
La eticidad se
pone en práctica en el seno de ámbitos culturales, y por cultura “no entendemos
otra cosa que el conjunto total de logros que vienen a la realidad merced a las
actividades incesantes de los hombres en sociedad y que tienen una existencia
espiritual duradera en la unidad de la conciencia colectiva…”
b)
Se da en
comunidades en las que las personas son “el uno con el otro y el uno para el
otro”.
c)
El ethos conlleva
“la idea última de una ética universal (…) que abarca a todas las
constelaciones de pueblos y culturas.”
d)
Sólo en tanto que
personas libres, no compulsivamente dominadas por algunas disposiciones
particulares, cabe comportarse de modo moral. No hay que desconocer el poder de los impulsos
ajenos al bien, pero el hombre puede “frenar” su descarga y “tomar la
correspondiente decisión volitiva, siempre según posibilidades realizables y
sus valores relativos”.
e)
Hay en todo ello
responsabilidad y opción “por el verdadero ser de la humanidad”, una opción que
elegimos en tanto somos “vida que se gobierna a sí misma, conforme a la
idea-meta de una naturaleza ética”.
f)
La égida del amor
subyace en este ámbito a actitudes y comportamientos. Así lo recalca Henry
Toulemont en su libro La esencia de la sociedad según Husserl.En cuanto
a este mismo, asevera que “una comunidad de amor opera como un polo ideal para
la afectividad y la volición”.
g)
Es indispensable “una
comprensión inteligente” de las alternativas, y apreciaréstas de manera
autónoma. Siempre, sí, dentro de posibilidades realizables.
h)
Una dirección
teleológica hacia la constitución de “un mundo verdadero y una humanidad verdadera, siempre de mayor
valor”, debe primar en la guía de las decisiones. Nos concierne “transformar el mundo”… hasta
“las más elevadas aspiraciones y metas de la humanidad”.
i)
Los sentimientos
de dicha exigen unviersalidad. Sólo “puedo ser extremadamente feliz si la
humanidad como un todo puede serlo”, conduciendo sus vidas de una manera
“absolutamente exigida, bella y buena”.
j)
Nada queda fuera
de la normatividad moral. Cubre ésta “todas las formas posibles de
organización”, y (…) “abarca todas las constelaciones de pueblos y culturas”,
incluso “confiere legitimidad a las demás ciencias y artes (…)” pues “es la
madre del espíritu”.
k)
Acercarse al
ideal de la persona moral constituye la virtud, y como explica Julia Iribarne
en su folleto La noción de areté, ello implica “responsabilidad por uno
mismo y por el Otro y por hacer posible su respuesta a aquello hacia lo cual
ella/él es llamado. Virtud es ejercicio de la excelencia y fidelidad al propio
telos”.
l)
Pero en cuanto al
Otro, precisamente uno de los puntos que se critican a la fenomenología es que
incurra en solipsismo. ¿Cómo demostrar
que desde los hondones de la conciencia existe algo real, más allá de sus
propios contenidos?
La analogía entre la corporeidad ajena y la
propia, a la que acude Husserl, no sería prueba suficiente.Para G. Hoyos Vásquez,
autor de la introducción de Renovación, escapa en cambio al solipsismo
la teoría de E. Levinas al posicionar éste la ética con prioridad a la
metafísica y consecuentemente como primer dogma la responsabilidad hacia los
demás. Si somos responsables por ellos, es que existen.
Se
entiende por todo lo visto que Husserl exclame con contagioso pathos:
“luchemos con aquella valentía que no se arredra ni siquiera ante un combate
infinito”.
Husserl
no dejó una fenomenología social totalmente elaborada según algunos
comentadores, pero concluyó su ética con el postulado de una “comunidad de
amor”. ¿Y no deberían preocuparse los gobiernos de que se hiciese ella
efectiva? Es ésta una mira de largo y difícil alcance; exige su cumplimiento
movilizar energías constructivas, sentimientos de empatía, libertad frente a
prejuicios… todo ello englobado en la visión husserliana de renovación. En
ésta, vale la pena, reitero, utilizando
otra vez palabras de Julia Iribarne, “la intención es de cuño universal y ubica
el amor ético en una posición superior a cualquier otra forma del mismo”.
De
habernos prestado los humanos, más de un siglo después de la muerte del
filósofo, a atender a su llamamiento y seguir avanzando en la línea que nos mostraba,
muy distinto seríael panorama socioético de nuestros días y muy distinto
también, esperanzado, nuestro esperar siempre “un futuro grande y lejano”.
La
prédica del fenomenólogo nos insta a fortalecernos en “el combate contra las
tendencias que rebajan al hombre caído en servidumbre moral”, el clásico
conflicto como parte ineludible de nuestro existir, “reactivando una voluntad
de vida ética que, siendo originaria, se había vuelto impotente". Nuestra
obligación en tanto que personas es revertir ese giro, “renovar” su vigor y no
traicionar el destino de seres espirituales que tenemos asignado.
õ
HENRI
BERGSON
La impulsión original ha tenido
progresos evolutivos divergentes en
lugar de mantenerse indivisible hasta el fin.
H. BERGSON
La Creación es una empresa de Dios destinada a crear creadores,
rodeándose asíde seres dignos de amor.
H. BERGSON
En la teorización de Henry Bergson
(1859-1941) la ética ocupa un lugar relevante y sus postulaciones se coordinan
con otras de índole ontológico y metafísico. La vertebra la idea capital de un élan
vital(impulso vital) que animaríaa la realidad toda, imprimiéndole constantes
mutaciones. Aunque éstas no conducen necesariamente a situaciones positivas,
cabe pensar opino, porque también se dan involuciones: decadencia, ancianidad,
enfermedades…
La aprehensión de la
dinámica evolutiva no es de resorte de la inteligencia primordialmente, sino de
una afirmada por Bergson facultad de intuir. La primera tiende a espacializar
los conocimientos y a dividir sus contenidos; la segunda en cambio, fiel a los
“datos inmediatos de la conciencia”,es sensible a la temporalidad y a las
incesantes transformaciones que dinamizan la realidad toda, incluyéndonos.
En dos de los grandes
escenarios de la vida de los humanos: la sociedad y la religión, se distinguen
modalidades distintas;lascorrespondientes respectivamente a las religiones y
sociedades abiertas o cerradas.
En las primeras
predominan la espontaneidad, el desinterés, el cuño personal y libre de lo
vivido; en las segundas, las tradiciones y reglamentaciones vigentes, y acaso
el temor a infringirlas.
Estas últimas
actitudes no son de desechar no obstante,porque aseguran el funcionamiento y la
cohesión de las sociedades, pero es en lo “abierto” donde surgen esas
personalidades extraordinarias que Bergson denomina “héroes del bien”. En
palabras de J. Kogan, éstos “revelan modos de conducta ejemplar, plenos de
magnanimidad, desinterés, espíritu de sacrificio (…), que señalan a la
humanidad un rumbo más elevado de vida (…) tanto a sus contemporáneos como a
las generaciones sucesivas”. Son mujeres y hombres santos, sensibles al
primigenio élan vital, y cuya moral abierta se constituye en modelo
admirado, de amor y de avance hacia el futuro en el marco de una conciencia
cósmica universal. Ligan ellos a todos
los hombres entre sí y aún con todo ser viviente.
¿Sería la Creación “una
empresa de Dios para crear creadores dignos de amor (…) rodeándose de seres
destinados a amar y a ser amados”? No olvidemos entre tales seres al
mismo autor de estos conceptos, que aunque inclinado hacia el cristianismo no
quiso convertirse, en la época del
dominio nazi por solidaridad con los perseguidos judíos. Queda él incluido en
la honrosa y magnífica nómina, que entre tantos seres de excepción suma a
Moisés, Jesús, la madre Teresa, Viktor Frankl, Erich Fromm, Buda, Confucio, el
Dalai Lama y el actual papa Francisco… En todos ellos el élan vital
cobra la forma de preocupación por el futuro humano, y no menos por una visión de horizonte audaz e imaginativa.
Bergson sería una de esas criaturas que “han abierto caminos por los que podrán otros
marchar”. Esos caminos son, como puede fácilmente
comprobarse, intelectuales, políticos, religiosos, de beneficencia…
Es de destacar, dentro
de las posiciones evolucionistas no darwinianas, la aproximación entre tres
pensadores,uno judío, otro católico,Teilhard de Chardin(1883-1955), y otro adepto
a una religión india,Aurobindo(1872-1950). Más cercanos entre sí los dos
últimos, los tres coinciden en ver como esencial las transformaciones del
hombre. Así, en palabras de Bergson, “la especie humana es la razón de todas ellas”,
y, afirma, llega a su culminación en los
místicos, cuando aquellos encuentran a Dios. En el hombre culminaría la
evolución, desde luego, no en el ser ya
existente, sino que su advenimiento se nos plantea como meta y responsabilidad en
relación a rumbos aún desconocidos y de
cada vez mayor eminencia.
El evolucionismo al
que los tres pensadores adhieren no es en absoluto de cuño adaptativo, a condiciones dadas, sino, todo lo contrario,se
orienta hacia realidades nuevas de sello espiritual. Entre ellas, fundamentalmente, la aparición
de un hombre distinto. Entraña pues “una
evolución creadora”, como se intitula el famoso texto de Bergson.
En síntesis pues, evolución,
creación, paso a realidades hasta ese momento inéditas, tales son los rasgos que deja sentados la posición del filósofo francés como
esenciales al Todo, jalones de una “duración” incesante.
õ
ETICA
MATERIAL DE LOS VALORES
El valor es una cualidad muy compleja y por eso difícil de definir.
R.
FRONDIZI
No hay valor sin valoración (…) no hay
valoración sin valor; la valoración exige la presencia de un objeto
intencional.
R.
FRONDIZI
La gran contribución de la ética de los
valores (…) puede residir en haber puesto de relieve la relación entre la
complejidad del ethos y sus estructuras conflictivas.
R.
MALIANDI
Si hay una escuela que haya impreso un giro
decisivo al pensamiento ético y al ontológico, ésa fue la Ética Axiológica o Teoría
material de los Valores. Ello aconteció porque por un lado la escuela hizo
ingresar en la ontología “objetos” nuevos,
los valores, paralelamente a los reales, ideales y metafísicos. De ellos se ha
dicho que no son sino que valen. Por otro lado tal teoría nos hizo
atender al hecho de que siempre estamos estimando, éticamente o de distintos
modos, en nuestro actuar y reflexionar, aunque por lo común sin percatarnos.
Nos ocurre como al gracioso personaje de Moliere,
monsieurJourdan, el cual noadvertíaque estaba hablando en prosa en su hablar
cotidiano.
Creadores
de la escuela fueron Max Scheler (1874-1920) y Nicolai Hartmann (1882-1950), y
es la posición axiológica más difundida en nuestro medio, gracias sobre todo a
RisieriFrondizi, autor del conocido texto ¿Qué son los Valores?
El
concepto surgió en la ciencia económica, con Adam Smith, y asomó en la ética en el siglo XIX con los
filósofos Lotze, Meinong y Brentano como precursores.
¿Porqué
“ética material de los valores”?Porque a diferencia de posiciones tradicionales,
según las cuales los procesos de valoración obedecen a reacciones puramente
subjetivas, se les adjudica un cariz objetivo.
No dependen, o no únicamente al menos, de las emociones o juicios de los
sujetos estimantes sino que son cualidades objetivas de depositarios, los
cuales son denominados “bienes”. Existen
valores de distinto género, aunque sea común equiparar el término con el delos éticos
o morales, pero los hay igualmente utilitarios, de belleza, de lo sagrado… Además, se ubican en una escala jerárquica,
siendo los más elevados, según Scheler, los
de lo sagrado.
Los
valores morales no entran en la tabla según el mismo pensador, pues, repitamos, se los percibe y acata (o no) cuando en las
decisiones asumidas se elige el más elevado. “El valor moral se realiza a
espaldas del acto”.
En
una sutil observación excluye de la lista a los valores morales, que no
existirían de por si y sólo son apreciados cuando en los casos de opción (¿y
cuando no se trata de opción en el caso de la ética?) resultan ser los escogidos.
Hoy
es reconocido en la axiología, término cuya común aceptación se debe a W.Urban, que constituyen una categoría especial y que se depositan en
los llamados “bienes”, y pueden ser de diversa índole: cosas materiales,
situaciones, personas, obras científicas, disposiciones anímicas y quizás mucho
más.
Hay
también disvalores, cuando en lugar de suscitar estima las características en
juego provocan repudio. Revisten unos y otros una importancia capital en
nuestra vida, inspirando decisiones, proyectos y aun la orientación, el tono y
el sentido de cada existencia y de cada cultura.
Fue
aventurado sin duda establecer una jerarquía de valores con pretensión de
universalidad, porque la historia sociocultural de las culturas revela grandes
disparidades al respecto, ¿y quien puede arrogarse el derecho de decidir sobre
tales diferencias? Personalmente juzgo sin embargo que existen sí valores
máximos, que son los éticos, y que son ellos, al acercarnos empática y solidariamente a los demás, interesándonos
en aliviar sus eventuales pesares o acrecentar su bienestar, los de máxima
significación.
Según
la caracterización que con algunos matices diferenciales se les suele conferir,
los valores poseen los siguientes rasgos:
a) son polares, de modo que a cada uno
de ellos se le opone un disvalor: útil-inútil, agradable-desagradable,
bello-feo y así sucesivamente.
b)se
ordenan en tablas jerárquicas, subiendo según Scheler desde los de menor
significación (valores de lo agradable) hasta los más altos (los de lo
sagrado). Pero toda jerarquía axiológica que pretenda universalidad choca con
los hechos, pues en distintas épocas, o en distintas culturas o en distintas
regiones, aún en distintos momentos del existir individual, las escalas de
apreciación varían. Las discrepancias poseen no obstante un cierto
límite, impuesto por nuestra esencia. Es que, como afirmó Kant, “no hay ser humano
al que le sea extraña la conciencia moral”, aunque ello no impide que se vaya
aprendiendosegún condicionamientos varios lo qué ha de ser juzgado, sea
positiva o negativamente.
c)
son relacionales, esto es, aparecen al darse la confluencia de un ser valorante
y determinadas características de los entes, circunstancias o personas que
serán valoradas.Para teorizadores como von Ehrenfels y R. Frondizies decisiva
la relación entre determinadas cualidades de los objetos y disposiciones de los
sujetos valorantes.
d)
serían aprehendidos por una intuición emocional, sostienen los máximos
teorizadores de la posición que venimos viendo. Tal postura ha sido criticada por teorizadores como por ejemplo R.
Maliandi, quien ve en esta interpretación los “pies de barro” de una escuela
que por otra parte estima altamente.
Concedo
que la índole emocional de una experiencia no permite conferirle universalidad
ni garantiza un legítimo acierto; de todos modos, sin una vibración de sello
afectivo la experiencia estimativa no se da.
La participación de la emotividad es indispensable para inclinarse por
algún valor determinado. Cuando
valoramos es porque deseamos un estado de cosas, lo apreciamosbueno o a la inversa,
porque tememos que se produzca…
e)
implican conflictividad, sea entre distintas tendencias o entre los valores en sí. Sin conflicto, sea éste consciente o no, sólo
seríamos naturalmente buenos o malos y no sujetos de eticidad. Sucede además
con frecuencia que elegimos no lo que preferimos sino lo que parece posible;
aunque no tiene porque ser ello debido a una actitud decisiva, sino a la oposición señalada por Max Weber
entre lo realizable y lo factible. O sea, opción en última instanciapor lo
sensato y prudente.
f)
fue Hartmann quien recalcó la conflictividad que divide a los valores mismos,
según sean éstos fuertes pero inferiores en la escala, o altos pero
dependientes de los primeros para su efectivización. Por ejemplo, hay
situaciones en que no es posible actuar siguiendo el impulso fraternal y ético y así ayudar a
otro, pues lo impide una debilidad física, valor salud.
Termino
expresando mi acuerdo con la interpretación estructuralista de R. Frondizi y de
von Ehrenfels de que deben darse lazos relacionales entre sujetos y bienes para
que brote la experiencia. ¿Qué cabe hacer entonces en cuanto al progreso de la
historia? En cuanto a nuestra responsabilidadgenerar situaciones presuntamentebeneficiantes
para todos, sea en el plano social, sectorial o individual, con la esperanza de
que el polo objetivo de la realidad, el que no manejamos, favorezca tales finalidades.
En
conclusión, diría yo, valorar, la facultad estimativa, constituye un don
innato, inscripto a priori en la psicología humana y aún animal en
cierto grado. Atenerse a sus dictados es por lo tanto coherencia, fidelidad a
si mismo y a la especie. Haber llevado a la atención filosófica tal disposición
ha significado un paso esencial en la reflexión sobre el hombre debida a los
dos pensadores a los que acabo de referirme.
õ
EVOLUCION
DE LA ETICIDAD
KOHLBERG
Y PIAGET
…aspiración al bien que ya es de otra
naturaleza que
la obediencia a una regla imperativa.
J.
PIAGET
...lógica del desarrollo como proceso de
maduración espontánea que va llevando a una “forma reflexiva de la acción
comunicativa”.
J. HABERMAS
A los psicólogos Lawrence Kohlberg (1927-1987)
y Jean Piaget (1896-1980) se les debe una concepción evolutiva de la
aprehensión de valores. Asociada ésta
con el desarrollo del juicio cognitivo, que estudió en especial Piaget, posee rasgos que le son privativos.
Según
coinciden ambos investigadores, el desarrollo de la eticidad avanza a través de
diversas etapas que se suceden en el sentido de una creciente autonomía y
universalización y obedeciendo a un orden invariable, desde la infancia hasta
la adultez.
No
importa cual sea la doctrina ética de que se trate, no hay incompatibilidad con
esta idea de una gradual conquista de la autonomía del don estimativo y de la
conducta. Kohlberg investigó particularmente losadelantos que se van dando
desde actitudes preconvencionales,fundadas en el temor a los mayores (padres,
etc.) y en la búsqueda de su aprobación, pasando al fina las posconvencionales.
Estas últimas se sustentan en posiciones propias, avaladas por aportes
experimentales, y la aspiración a poseer aplicabilidad universal. Se le criticó a este autor que no reparara lo suficiente en
el interactuar de los influjos sociales y educativos, y que sobre todo que hubiese
estudiado sólo sujetos pertenecientes a
la cultura occidental. Pero el
investigador amplió eventualmente los escenarios de sus observaciones.
Otra
observación crítica le fue dirigida por su discípula Carol Gilligan, por no
haber diferenciado entre la sensibilidad femenina, más inclinada a los valores
de la compasión, y la masculina, más tendiente a los reclamos del honor.
Ambos
teóricos aquí comentados basaron sus conclusiones en muy extensas observaciones
experimentales,y en el caso de Kohlberg en la resolución de dilemas morales a
cargo de los sujetos investigados.
Un
gran desafío que plantea esta posición es el de no perturbar, sino en cambio
favorecer, el pasaje de los primeros nivelesdel desarrollo, egocéntricos, hacia
los más elevados, alocéntricos. De hecho el juicio moral sólo es propiamente
tal cuando se ha arribado a lasúltimasetapas, en las que es incluido,
paradigmáticamente, el respeto al semejante.
Según
Piaget tres grandes estadios jalonan el desarrollo del juicio moral. El primero,
que calificó de realismo moral, dura hasta los ocho años aproximadamente, y en
su transcurso el niño cree que una conducta positiva radica en obedecer las órdenes
de los adultos, en particular los padres, cuyos dictámenes se estiman
inapelables. Hasta los once o doce años sigue otro estadio, en el que, existiendo
más interacciones entre los mismos niños, preocupa que prevalezcan la
reciprocidad y el respeto mutuo y que los castigos sean justos. Sólo en el
tercer estadio prima una ethosautónoma y se observan principios que a pesar de queno son siempre los seguidos por
los pares,suscitan convicción personal.
Desde
la época de las investigaciones de Piaget y de Kohlberg, la crianza ha pasado
por transformaciones que tornan obsoletas algunas de las notas señaladas, pero
se mantiene el paso evolutivo hacia una independencia creciente del juicio
ético.
¿Qué
nos deparará el futuro? Dos comentarios finales al respecto: ¿perdurarán las
posiciones establecidas por los investigadores que acabamos de comentar, cuando
tanto han ido mudando las circunstancias humanas? Y en lo atingente a la etapa
posconvencional, ¿se comprueba que en la totalidad de las personas, ni digamos
de las culturas, se asciende a ella?
Que
no nos aturda y enajene el barullo de la propaganda, la tentación del poder o de
la mera frivolidad. Quienes alcanzan
plenamente son los “héroes del bien”, como los llamó Bergson, y entre ellos los
mismos teorizadores de la ética.
Es
posible impulsar el progreso en la historia yproponiéndonostal meta favorezcamos
que el mayor número posible de seres humanos se sienta amparado por las normas
socioeconómicas y políticas de las comunidades que son su hábitat.
La
evolución inscripta en la condición humana acelerémosla con nuestra voluntad de
bien y de armonía, no menos propia de
nuestro ser que las etapas anteriores, y de mayor relevancia. Tal es la misión más acorde, a mi ver con
nuestro específico “puesto en el cosmos”.
õ
JOHN
DEWEY
Se deben promover facilidades educativas que
disminuyan los efectos de la desigualdad económica (...) asegurando a todas las
clases iguales condiciones de realización para sus futuros modos de obrar.
J. DEWEY
Enseñar la superación de los hábitos rutinarios
y del impulso ciego, los que adquieren una nueva significación cuando son
bloqueados por nuevas condiciones.
J.
DEWEY
No basta enseñar los horrores de la
guerra y evitar todo cuanto estimularía la desconfianza y la animosidad
internacional. El énfasis debe colocarse en lo que une a las gentes en empresas
y resultados cooperativos (…) el carácter secundario y provisional de la
soberanía nacional con respecto a la más plena, más libre y más provechosa
asociación y trato de los seres humanos unos con otros debe iniciarse como una
disposición operativa de la mente.
J. DEWEY
Aprender
a actuar con y para los demás mientras se aprende a pensar y juzgar por si
mismo.
J. DEWEY
John Dewey (1859-1952) filósofo pragmatista
norteamericano, reconoció taxativamente la complejidad de la psicología humana;
así, junto con el deseo de “obtener algo
vinculado con posesiones del yo: fama, aprobación, poder sobre otros,
beneficios pecuniarios o placer”, también nos impulsan los valores que ligan a
las gentes y son los pilares de las convivencias pacíficas y solidarias.
A
este reconocimiento agrega en su doctrina otros igualmente señeros: el don de
la libertad de conciencia en lugar de una aceptación pasiva de normas vigentes,
la eliminación progresiva de las diferencias de clase, proporcionando
facilidades parejas de formación personal a la juventud toda, la desmitificación
de pseudo dogmas que impregnan el ideario colectivo. Entre éstos el deun
patriotismo acrítico que alimenta las violencias bélicas en defensa de
sacrosantas “soberanías nacionales”, no indudablemente amenazadas de hecho. Ello
en detrimento de cuanto une a los hombres, sean cuales sean sus fronteras que los
distancian.
Que
pasen los siglosy la industria militar, dispendiosa de fondos que podrían
destinarse a aminorar muy injustas desigualdades económicas y de oportunidad de
desenvolvimiento personal, para en cambio dar lugar a muertes, mutilaciones, terror…, el hecho de
que esa industria letal continúe cerniéndose sobre millones de destinos es uno de los más flagrantes bochornos de la
humanidad.
El
encendido y resuelto pacifismo de Dewey no se observa lamentablemente en una
mayoría de los pensadores éticos, es como si no hubiesen reparado en la
contradicción que implican las guerras a las exigencias de la moral.
El
segundo gran pilar de la posición que venimos viendo es el influjo que se atribuye
en ella a la educación, esta vez si en acuerdo total concasi todos loseticistas.
Debe concentrarse el esfuerzo educativo, insiste Dewey, como proceso que incremente
los valores de la hermandad humana, sin restringirse y contaminarse con los ya
denunciados intereses pseudo patrióticos que los Estados podrían promover. De
ese modo la educación estaría “progresivamente abierta a objetivos sociales”.
Debemos
agradecer a este filósofo que de manera tan inequívoca haya establecido
requisitos fundamentales, inexcusables, del ethos.Y tampoco descuidó los
aspectos metodológicos.
Más
allá de demostrar los efectos de muchas conductas y prácticas habituales, Dewey
mostró que es esencial detenerse en el
autoexamen de cualquier animosidad y, una vez más, en los “valores que unen a
las gentes entre sí”. Un gran aporte el
suyo.
En los diversos enfoques de Dewey prima
siempre el interés por un desarrollo paulatinode los parámetros éticos; no lo arredró
a nuestro filósofo el hecho de que los
ideales y metas morales que promovía fueran de “remoto cumplimiento”, producto de un “desarrollo progresivo y
abierto a fines sociales”.
Tampoco la circunstancia de que su
internacionalismo, adelantándose a nuestros días, cuando el concepto acuñado
por E. Morin de Tierra-Patria suena menos iconoclasta, pudiera convivir
con choques entre diversas sociedades y aún entre personalidades cuyo “yo no se
ensancha”, personalidades no liberadas de impulsos empobrecedores.
El
pacifismo constituye uno de los puntales de esta concepción ética, junto con la
arriba mencionada imprescindible institución de facilidades educativas que
contribuyan a disminuir la desigualdad de oportunidades de desarrollo para los miembros
todos de las sociedades. “Porque toda la juventud debe estar habilitada para
ser dueña de sus destinos”. Esto concierne no sólo a los individuos en relación
con sus capacidades específicas, sino que debería extenderse a un generoso
impulso a compartir equitativamente las maravillas todasde la vida.
Décadas
han pasado desde que vertió estos conceptos Dewey, ¿podemos jactarnos de que
“toda la juventud está habilitada para ser dueña de sus destinos”? No aún, y
menos todavía en algunas regiones del mundohan dejadode ser algunas clases y
generaciones juveniles “instrumentos para favorecer a otros”, pero cada vez
sabemos mejor que tales estados de cosas son de repudiar, y tal saber es el
clásico primer paso de todo marcha.
õ
EMMANUEL
LEVINAS
El milagro de la creación es haber creado un ser
moral”.
E. LEVINAS
la gravedad del amor que habita en la humanidad.
E. LEVINAS
…representarse
la totalidad de los hombres como sometidos a unpadre universal que desea la
felicidad.
J. DERRIDA
Tanto acierta EmmanuelLevinas
(1906-1995) en precisar la esencia del ethos que bastarían algunos
párrafos para transmitir su concepción. Es que dice, y con ello nos trae al meollo de la cuestión,
que sin un otro en el cual volcar acción e intención de bien no hay moral. Este
otro puede ser uno mismo, cuando establecemos una distancia interior que
permite contemplar y juzgar como desde afuera cuanto intentamos y procuramos
hacer frente aalternativas posibles.
La necesidad de seres ajenos para alcanzar nuestra propia
realización nos convierte en un “rehén del otro”, esa famosa expresión mejor
que ninguna otra quizás traduce el valor ético esencial: atención y entrega al
compromiso con el bienestar de nuestros congéneres. Somos responsabilidad,
bondad y socorro al otro (“héme aquí”), a nuestros por definición necesitados hermanos (“al huérfano, al pobre, al extranjero, a la
viuda”) o no alcanzamos el rango de personas plenas.
De hecho el concepto de “ser con” fue cobrando relevancia en
la filosofía a partir de las últimas décadas del siglo XX, y todo otro, decíaLevinasen
una carta privada, revela “la pobreza de una pretensión de universalidad centrada
en sí mismo, desligada de vínculos intersubjetivos”. En su Humanismo del
otro hombrese identifica el pensador con Dostoievsky y habla de “una insaciable compasión”.
La corporeidad desempeña un papel trascendental en esta
concepción. El “rostro” del otro es el vehículo de su condición, propia de
todos, de seres necesitados, no sólo el
rostro, sino también “una mano, la curvatura de un hombro” por ejemplo, nos llama a ser “espíritu humano”. Tales
resonancias se dan porque brotan de un “más allá” que es huella de un pasado
inmemorial; por otra parte, no tiene por qué suscitar reciprocidad.
Ricoeurotra vez, coincidente con el autor que venimos viendo,
objeta sin embargo la idea de que la propia subjetividad no desempeñe un papel
en esta dinámica de responsabilidad infinita, pues, reflexiona, si me hace
vibrar es porque existe en mi persona susceptibilidad moral. No dependo tan
sólo del llamamiento implícito de un ajeno, respondo según quién yo mismo soy.
Nada de esto significa que el mal no posea dominio sobre
nosotros. Somos libres de no seguirlo, pero se trata de una “difícil libertad”,
como tan de cerca lo pudo experimentar nuestro autor al residir en Francia, su país de adopción,
durante la Segunda Guerra Mundial; era la Francia ocupada por los nazis,
dóciles ellosa “lo inhumano que habita
el ser del hombre”,“como si la libertad fuese en si misma un límite de
la libertad”.
Se hace presente asimismo en esta doctrina el tema de la
justicia. Hay que ser cuidadoso respecto a la prioridad en las ayudas que se
proporcionen, porque en última instancia “todo el edificio de la Creación reposa
sobre nuestros hombros”. En esta
acentuación de la responsabilidad, el judío creyente Levinas fue influido por
el Talmud, donde se asevera que ni siquiera los sucesos naturales son ajenos a
nuestra incumbencia. Era adelantarse a la época pensarlo, porque ¿no nos
culpamos hoy por no honrar nuestra vocación espiritual y dejarnos dominar por
la codicia, el consumismo y hasta la vana vanidad de superar a otros países en
el afán de hacer progresar las tecnociencias? Es bueno que lo vayamos sabiendo.
Otro asunto que preocupó a Levinas fue el de la justicia.
Cada “rostro” nos interpela, ¿cómo decidir a quien socorrer primero? Se hace
necesario priorizar o postergar las respuestas, y en principio al menos,
contemplar la equidad. Y no olvidar que en la marcha de la humanidad nuestro
obrar influye de modo inomisible. Ni siquiera el pasado escaparía a aquello por
lo que debemos responder, se asevera en esta doctrina.
Afirmaciones extremas, por cierto, y no se requiere ser
religioso, de la confesión que sea, para sentir nuestra tan exigente
responsabilidad. ¿Acaso no la sentimos,
tantas gentes preocupadas, cuando nos reprochamos contaminar la atmósfera por
caso, o despoblar los bosques? ¿O más radicalmente, claro, traicionar nuestros ideales?
Son posiciones extremas, repitamos, tales afirmaciones respecto a la disposición
ética en tanto que constitutiva de
nuestro ser. Pero en ello, afirma Levinascon ecos spinozianos, “la gloria misma
se glorifica”. Se sea religioso, judío
como Levinas o miembro de otra confesión, exaltar a tal grado la fraternidad
entre los hombres puede envolvernos a todos. ¿O habrá que calificar de utópica tal visión,
o de sólo metafóricas las exigencias que entraña? La historia de la humanidad no requiere tal
juicio, según lo veo, porque no han sido menosquienes encontraron sentido a sus
vidas particulares en la edificación de un generoso “vivir juntos”que aquellos
que con miopía egocéntrica solo supieron mirar por sí mismos o por sus entornos
cercanos. Sólo que el primer llamamiento, la entrega sin límites al otro, aun
cuando su cumplimiento cabal sea casi irrealizable, propone un noble y
exaltante camino ydesafío. Difíciles ambos de desoír del todo, los son
igualmente de suscitar fidelidad total.
õ
PAUL
RICOEUR
...afirmar la libertad es tomar sobre si el origen del mal.
P. RICOEUR
…para quien se dona, el otro se
vuelve un tú; para quien se reserva el otro sigue siendo tal.
P. RICOEUR
Este mundo que me sitúa y me engendra según la carne,
yo lo transformo; a través de la elección inauguro un ser en mí y fuera de mí.
P. RICOEUR
De la rica y matizada doctrina ética de Paul Ricoeur (1913-2005), extraigo
lo esencial partiendo de un frase suya, repetida en varios de sus escritos que
ceñidamente la formulan, sin dejar afuera ninguna nota definitoria.
Dice sobre la ética que es “deseo de una vida cumplida, con y
para los otros, en instituciones justas”. La síntesis es inmejorable, y el
hecho de que se pueda leer tal formulación en varios de sus textos y
entrevistas demuestra que él mismo así
lo juzgaba.
Se expresa en la fraseque la dimensión del ethos posee
un carácter afectivo, pues es un deseo, en lugar de comportar
prioritariamente obligaciones. “Una vida realizada” dice, o sea fiel al sí
mismo del sujeto, a su ipse,según la terminología de nuestro filósofo, ipsequeen
cada uno condensa los rasgosque le son ideosincráticos, en especial los de
orden espiritual. El ídem, en cambio, alude a la continuidad en el
tiempo de cada existir.
Ricoeur postula también la narratividad de toda existencia, y
en mi opinión ésta es significativa sobre todo en relación al ipse, o
sea en cuanto al “mantenimiento de si”. Cuantoafecta al ídemes en cambio
impersonal, compartido en gran medida por todos los congéneres contemporáneos y
aun por todo congénere. Sólo en nuestra calidad deipse somos personas
libres, fieles a principios y capaces de mantener nuestras promesas.
El segundo deseo vivir “con y para otros” expresa un
requisito esencial del ethos, como con tal fervor lo expone, según vimos,Levinas.
Sin otros a los cuales ligar nuestro vivir no hay ética.
El tercer deseo, por fin, el de que nos rijan instituciones
justas, es cada vez más reconocido como nota de la moralidad. Se trata de que
ni leyes ni instituciones de gobierno vulneren los derechos de los ciudadanos o
pobladores de los diversos países del mundo, lo que representaría, como lamentablemente ocurre, caídas en el mal.
Ricoeur evoca dolido las dramáticas y aun trágicas
violaciones a tales parámetros: las guerras, el Holocausto, el antisemitismo
entre otras discriminaciones. Representan flagrantes sometimientos al mal, ese problema, “inescrutable, impenetrable,
misterioso, una especie de trampa tendida a nuestra inteligencia” y a una parte
radical de nuestras intenciones pues a la vez perseguimos el fin de configurar
“una humanidad fraternal unida por el mismo destino”.
La última condición anhelada es, pues, de índole
macrosocial. Las instituciones justas,
los Estados en primer lugar, ansiamos o aun exigimos que procuren la
realización plena de cada hombre, “pues no debe haber hiato entre la filosofía
moral y la filosofía política”. Y
comenta Ricoeur con ironía, “es notable que en la reflexión sobre la libertad
se pueda ignorar al prójimo y a la sociedad; para esa clase de reflexión la
libertad nada tiene que ver con las libertades”.
Este plural trae implícitos derechos que van, desde otros
requerimientos básicos, en los de alimentarse, habitar una vivienda digna, ser
educado y no ver incumplida la vocación a que uno es llamado. Que las
sociedades propendan a la realización de todo ello no es utopía, sino justicia,
esa justicia que la ética nos impele a hacer reinar.
Lo contrario es el mal, o sea “lo que yo habría podidono
hacer”. Yo, o las sociedades en tanto que entidades. Claro, si la libertad
fuese un don pleno, pero no lo es. El filósofo da pruebas de su empatía con la
especie a la que todos pertenecemos en los párrafos últimos de su Philosophie
de la Volonté, de 1949, reeditado con modificaciones años más tarde.
Reconoce que una crucial desproporción se da entre nuestra capacidad de actuar
sobre los hechos y nuestro poder efectivo, “por más que ser libre implique tomar
sobre uno mismo el origen de las iniquidades”.
Sólo que nosotros poseemos “una voluntad de hombre”, no la de
un creador, y rige un ineludible grado de “no-libertad” ante nuestras mismas
pasiones. Libertad no equivale a “acto
puro”; está ella sujeta a vaivenes, porque los valores han de dialogar con
nuestra naturaleza. Cuando prevalecen, surge, esplendente, la felicidad. Los “acontecimientos que nos hablan de la
felicidad son los que disipan un nubarrón, los que descubren amplias
perspectivas(…), una dicha total…”.
Es una posición profunda y agudamente perspicazla del autor
que venimos viendo y comprende casi el espectro total del comportamiento moral.
Acaso habría sido coherente añadir a su repertorio los temas del cuidado del
planeta y el de la construcción de un futuro más benévolo para los humanos, pero
creo que se hallan implícitosen sus consideraciones.
La presencia del mal en nuestras vidas fue una de las grandes
preocupaciones de nuestro autor. “¿Qué puedo hacer contra el mal?”, se
preguntaba ya en momentos tempranos de su evolución filosófica. Éste, sea “personal, interpersonal, político
(el más visible porque se haya vinculado al poder) ha sido como el cáncer de
Europa. El antisemitismo por caso”. Un vértigo nos domina cuando pensamos en él.
“Pienso que el problema del mal es una especie de trampa tendida a nuestra
inteligencia…”“Sigo siendo muy kantiano, qué
debo hacer tiene prioridad sobre qué
puedo saber”, explicita.
Claro, subrayemos una vez más, nuestra libertad se entrelaza con la
ineludible “no-libertad” de nuestra naturaleza.
Pero cuando prevalece, nace la dicha.
Para finalizar, reconozcamos otra vez con palabras textuales
de nuestro autor los límitesque nos constriñen.
Es preciso “decir sí a mi vida, una vida que no he elegido pero que es
la condición de toda elección posible”.
õ
ETICA
DISCURSIVA
Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no piensan en ganar ni en
perder. Están de acuerdo en una sola cosa: que la discusión es el no imposible camino
para llegar a una verdad.
J.L. BORGES
Una conversación razonable bajo la conducción de una
buena voluntad.
H. G. GADAMER
La ética del discurso influida por el giro lingüístico, que se dio en la
filosofía del pasado siglo, pone el acento en la capacidad eminentemente humana
de intercambiar juicios teóricos o impresiones de todo tipo para llegar a
acuerdos a través de intercambios dialogantes.
Son sus máximos expositores JürgenHabermas (1929) y Karl-OttoApel
(1922), y los fundamentos en que se basan son de carácter
“pragmático-trascendental”. Lo primero porque se toma en cuenta como pilar básico el hecho establecido
por la teoría del lenguaje de que todo mensajees dirigido a un interlocutor; lo
segundo porque deben darse condiciones radicales, indispensables, de
posibilidad de transmisión. En el caso de los “discursos o actos de habla” tal
condición reside en la existencia de comunidades capaces de comunicarse, dotadas de la facultad de entenderse entre sí
y de argumentar. Sin ello no se verifica ningún mensaje.
Me centro a continuación en algunas otras especificaciones de
la importante posición que vengo viendo, como por ejemplo lo siguiente:
a) se afirma que las situaciones de conflicto constituyen una
constante en la existencia humana.
b) se exploran procedimientos para resolverlos de manera
positiva.
c) se entiende por positivo la ausencia de violencia.
d) se valora a las personas como seres proclives a la
armonía.
e) inclinadas hacia la honestidad, pues son capaces de honrar
una “norma básica”, idea de Apel.
f) se alerta contra el autoengaño en que podrían incurrir los dialogantes, en
defensa consciente o inconsciente de sus intereses. Apel recomienda acudir al psicoanálisis y a
una crítica de las ideologías para eludir este peligro.
No fue en un vacío histórico como se forjó la doctrina sino
por la amenazante perspectiva del estallido de una tercera guerra mundial,
según testimonio directo del recién mencionadoApel, hacia mediados de los años
30.
Gobernó ese temor la misma preocupación que inspiró la “norma
básica”: que ninguno de los no participantes de las deliberaciones dialógicas
salga perjudicado. Y esta falta de
participación esparadigmáticamente lo que ocurre en las situaciones bélicas, no
desencadenadas por cierto por quienes han de participar en ellas.
Adela Cortina califica la escuela que venimos considerando de
“ética cordial”. En el “Nosotros
argumentamos”, síntesis de la obligación en casos de discrepancias de acudir al
diálogo, la empeñosa búsqueda de consensos implica el respeto al otro y a sí
mismo, el amor a nuestros prójimos y ¡hasta la misma sensatez!
Amor porque la empeñosa búsqueda de consensos equivale a
cooperar en el bien común. Y si existe
respeto es porque pensar en criaturas dialogantes, dispuestas a empresas
compartidas de superar las que Habermas califica de “grandes vergüenzas
político morales de nuestros tiempos”, (aunque, ¿qué tiempos pasados quedarían
exentos de tal calificación?), es porque tal disposición está inspirada por sentimientos
positivos y su voluntad conciliatoria es esperada.
Apel diferencia entre una parte A y una parte B en esta
doctrina de una “comunidad ideal de comunicación”, pues reconoce que no todo lo
aprobado es pasible de ser realizado, y eso significa prudencia, tacto.
Los autores de esta doctrina ética por un lado fundamentan sus principios y por
otro buscan persuadir respecto a su posibilidad de cumplimiento, en una
“anticipación contrafáctica”, expresión de Habermas, de realidades
presumiblemente realizables en un futuro.
Juzga Esperanza Guisán que una inspiración “cordial y
compasiva” alienta en la concepción toda, la que “hunde sus raíces en una
condición específica de la humanidad” y en la condigna necesidad de serle
fiel. ¿Cómo no coincidir?
La explicitación enel lazo que se anuda entre los humanos del
requisito de la honestidad en los
“discursos”, si bien no nueva para el pensamiento, plasmó una renovada
conciencia de la relevancia de la que se hace acreedora la significativa
escuela.
õ
ETICA
CONVERGENTE
Nadie puede alcanzar conocimientos válidos por sí solo, todos necesitamos
del intercambio dialógico y crítico con otros.
R. MALIANDI
Nadie tiene la última palabra. El discurso siempre debe continuar.
R. MALIANDI
Ética convergente denomina el filósofo argentino contemporáneo Ricardo
Maliandi (1930) la doctrina por él elaborada, que conjuga conciliatoriamente
dos posiciones de la mayor significación: la Ética material de los valores y la
Ética del discurso. De la primera rescata como especialmente acertado el papel
que se concede a la conflictividad, sobre todo según la postura de Nicolai
Hartmann, y de la segunda los fundamentos pragmático-trascendentales que la
dotan de validez. Empero, descubre también
aspectos insatisfactorios en ambas posiciones y su enfoque “convergente” se
propone superarsendas inconveniencias.
Maliandi celebra en la Éticamaterial de los valores que
reconozca la conflictividad, aun entre las normas morales entre sí, y de la
Filosofía del discurso la necesidad de una fundamentación a prioridel
fenómeno ético.
Superar tales carencias aunando las dos doctrinas en una
tercera es la propuesta ofrecida por nuestro filósofo, y tal propuesta constituye
de por sí un muy ilustrativo y pertinente ejemplo de “maximización de la
armonía”,meta cuya prosecución se impone ante la conflictividad, característica
nunca ausente en el comportamiento moral, pero ¿a qué agravarla?
Hartmann, el gran teórico del conflicto entre opciones de
signo opuesto, o al menos diferente,no alude a la disparidad entre bienes, sino
a la que llama “antinomia ética fundamental”, esto es, la que suele dividir a
los mismos valores, según su respectiva altura y fuerza. Un solo ejemplo: ¿un
valor relativamente inferior en la escala axiológica es la salud, pero ¿se
podrá siempre en los hechos optar por
una generosa entrega a otros, valor éste más alto, o dedicarse por entero a una
causa política progresista cuando está en juego la vida de un ser en apuros que
requiere todo el tiempo del que uno dispone?
Es el caso que plantea Sartre en El existencialismo es un humanismo. ¿Y qué decidir en el caso de las mentiras
piadosas? Es el famoso ejemplo de Kant que prefiere ser veraz a mentir para
ayudar a una persona perseguida.
Observa con sagacidad Maliandi que puede haber asimismo
conflicto entre lo diacrónico y lo sincrónico, o entre lo múltiple y lo
singular…Lo que más importa es conducir hacia terrenos de acuerdo tales
discrepancias.
La Ética del discurso se detiene en la fundamentación trascendental
de lo ético; como vimos ya y Maliandi reconoce.
Sienta principios “irrebasables” como condición que gobierna la
pretensión de eticidad, pero incurriría en la insuficiencia de no tomar en
cuenta la existencia de conflictos.
No parece sin embargo ser siempre el caso, pues en el mismo
Apel, recordemos, el temor a una tercera guerra mundial influyó en la forja de
su doctrina. Por otro lado, en cuanto a la Ética material de los valores la
necesaria fundamentación trascendental de sus principios reside en el mismo don
de valorar, ínsito en la índole humana.
En suma, opino que así como es de aceptar enteramente la idea
de Maliandi de ensamblar doctrinas y así aminorar diferencias, idea expuesta
además con laudable e impecable rigor
filosófico, resultan objetables sus objeciones.
Es que postular una intuición emocional como acceso a la
sensibilidad ética es a mi juicio correcto, y además, por lo que toca al
“discurso” no se desecha en esta escuela considerar la conflictividad, puesto
que se apela al diálogo justamente para superar controversias y visiones
encontradas.
Reitero: ejemplo la misma teoría de la convergencia de la
postura queen ella se propugna de que el diálogo siempre continúe, pues “nadie
tiene la última palabra”, induce en esenciaa buscar vías superadoras a través
de la conciliación.
Y la misma “Convergencia” de Maliandi constituye de por sí
una incitación a cuanto propugna. Aun
cuando no se concuerde con los ejemplos a que acude para sustentarla, la
inspiración que la alimenta es sin duda del más alto cuño moral. Un ideal,
creo, de toda postura filosófica es que ofrezca un modelo de cuanto teóricamente
establece.
õ
RICHARD
RORTY
El poeta y el
revolucionario protestan en nombre de la sociedad misma, en contra de aquellos
de sus aspectos que no son fieles a la imagen que la sociedad tiene de si.
R. RORTY
Existe lo llamado progreso social,
que es por cierto progreso en la línea de una mayor solidaridad humana.
R. RORTY
…la única forma de impedir que en las instituciones subsista la crueldad es elevar al máximo la
calidad de la educación.
R. RORTY
¿Qué entiende
el pragmatista norteamericano Richard Rorty (1913-2007) por elevar la calidad
de la educación? Varios aspectos, sobre la basede considerar al hombreuna criatura
eminentemente educable. Entre sus observaciones estimo como la más original la
de agudizar la sensibilidad literaria de los educandos (las gentes todas en
realidad), con el fin de incrementar una propensión de repudio al “sufrimiento
y la humillación de cualquier otro hombre”. Éste nos impresiona como
“horrible”. Y tal sería el “único lazo que necesitamos” para instituir los
principios de “libertad y justicia para todos” que pertenecen al ideario
democrático. A éste adhiere el liberal
Rorty, quien sostiene que es porque somos sensibles a “una clase de dolor que
los brutos no comparten con los humanos”. Poseemos “la capacidad de sentir unos
en relación a los otros en mayor medida que aquellos”. ¿Verdaderamente todos los humanos:qué sucede
en otras culturas o en otras épocas? Con todo, por más que anhelemos esa
universalidad, no es demostrable, creo,
sino la disposición a volverla
realidad.
La afirmación de que los principios éticos son universales,
eternos, sólo merece una respuesta irónica… pero también esperanzada, pues la
educación puede ir volviendo cada vez más justificado tal esperar, en lugar de
llevarnos a una disolvente ironía. Sobre
todo, y en esto estriba a mis ojos la especial originalidad de este pensamientorortriano,
una educación de sello emotivo cuyos materiales deberían provenir en primer
término de la literatura.
La clase de educación que acrecienta esta capacidad ha de ser
una “educación sentimental”; sí, como el título de la famosa novela de Gustave
Flaubert, aunque¿porqué no aprovechar
igualmente los aportes de otras artes, como el teatro, el cine, la televisión,
la música, las obras plásticas (¡Los
fusilamientos de Goya!) para ensanchar la sensibilidad hacia los pesares de
los demás?
Las historias “tristes y sentimentales”, como las novelas de
Dickens o La cabaña del tío Tom, de HarrietBeecherStowe,“han hecho más
porque empaticemos con el dolor y la humillación de otros que sesudos tratados
filosóficos”, argumenta nuestro autor.
Pero ¿ocurrirían tales revelaciones en otras culturas (o en
tramos pasados de la historia occidental)? Muchas de ellas ni son democráticas
ni cultivan el tipo de literatura de que hablamos, sea de la esfera pública o
privada. Es improbable pues que tal
metamorfosis emocional se dé; sin embargo el tenaz Rorty confía en el diálogo,
en la conversación intercultural y así en ir universalizando el rechazo al
dolor ajeno. Se trataría, en el espíritu
de Levinas, de “elegirnos a nosotros
mismos” cuando nos alegra la alegría de otros, o, como asevera Marx, de
promover “el reino de lo humano”, universalizándolo.
En el fondo la posición de Rorty, lejos de debilitar el
fundamento de la moral, lo fortifica. No hay explicación de por qué la crueldad
ha de ser repudiable y la benevolencia encomiada, ya que somos testigos de tan
diferentes maneras de comportarmiento, no compatibles con tales actitudes, pero
Rorty postula que es preciso terminar con la crueldad, y de hecho es
inimaginable un sistema ético que contradiga tal creencia. El mismo hecho de
que se quiera justificar argumentativamente la cercanía entre las gentes es
índice de que la dirección hacia un respeto general es una corriente central
del ethos, y cabe confiar en que terminará por prevalecer, aun cuando no
podamos basarnos en una “inexistente” índole humana.
Dostoievsky hizo mención de los “humillados y ofendidos”, enun
señalamientoque en filosofía es infrecuente.
Pero ¿tienden a la armonía los intereses de los hombres? Sí, opino, y es
una distorsión poner en primer plano las motivaciones individuales enfrentándolas
con las colectivas. La educación lograría, cabe suponer, ir más allá de tales
discrepancias, despertando imperiosos llamados a la misericordia y a impulsos
de llevar alivio.
Necesitamos acudir a nuestra generosidad, a nuestro espíritu
de justicia y piedad, para modificar un mundo que condena al sufrimiento a
millones de millones de personas, distribuidas en muy variadas zonas del
planeta. Deberíamosapoyarnos en nuestra
necesidad de alegría y de celebración de la vida y en nuestros recursos
imaginativos para hallar medios de tornar efectiva la magna transformación. Una
parte de todo esto se está haciendo ya, y ha ido cobrando fuerza la idea de que
en tal movilización afectiva, repitamos,
una educación ad hoc resultaría sustancial, llevándonos a esa
“identificación con la humanidad como tal” que es parte del patrimonio humano.
No califiquemos tales actitudes de ideal inalcanzable, afirma
por su parte Jacobo Kogan, “no es posible suspender las leyes de la naturaleza,
pero la libertad humana consiste en llevar los valores ideales de la ética al
terreno de la realidad social histórica mediante la acción, añadiendo así el
hombre a los determinismos existentes otro más, el suyo propio, personal”.
õ
EDGAR
MORIN
El planeta, la vida, el hombre y la ciencia son fruto de una aventura
singular, una verdadera comunidad de destino.
E. MORIN
En la concepción del filósofo y sociólogo francés Edgar Morin (1921) es
punto clave para comprender la existencia humana y el mismo pensamiento la contextualidad que
los liga, puesto que constituimos una “unitas multiplex”.
El “pensamiento complejo” implica tener por imposible conocer
las partes sin conocer el todo asi como conocer el todo sin conocer las
partes. “Implica, pues, rechazar toda
simplificación”.
Pero no abordo aquí estas argumentaciones, por más que
revisten gran importancia en la teorización total de nuestro filósofo, sino que
me limito a su postura sobre el tema al que en estas páginas me ciño. En ella se
destacan comopivotes principales los conceptos de “patriotismo terrestre” y
“política para el hombre” (título de una de sus obras). Tales conceptos son expuestos respectivamente
en los capítulos III, VI y VII de Los siete saberes necesarios para la
educación del futuroy abordan, cada uno de ellos, “enseñar la condición humana”, “enseñar la
comprensión” y “enseñar la ética del género humano”.
En el primero se lleva a reconocer la unidad y la radicalidad
de la complejidad de nuestro ser “(…) mostrando la unión indisoluble entre
unidad y diversidad”, que le es inherente; en el segundo se trata de hacer “salir
las relaciones humanas de su estado bárbaro de incomprensión, con sus secuelas
de racismos, xenofobias y desprecios”, acompañados por repulsivas crueldades y
generadores entre las víctimas de incontables desdichas. El tercero toma en
cuenta “el carácter ternario de la condición humana”, que implica a la vez
individualidad, índole social e integración en una especie.
Empero, la educación no sólo ha de despertar la conciencia de
que somos ciudadanos de la “Tierra-Patria”, sino también sacudir la
voluntad de “llenar de significado tal ciudadanía” en posiciones activas. La totalidad, reitero, gobernada poravances
hacia estados nuevos, dado que somos seres “itinerantes” siempre en camino.
En Tierra-Patria, escrita en colaboración con A. B.
Kern, se desarrolla el asunto del porqué y los alcances de un “patriotismo
terrestre”, que es el que correspondería al ser físico-biológico, histórico y
socio-cultural que somos, cuya vida transcurre en el planeta Tierra. A todo
ello hay que añadir la dimensión temporal, pues toda estructura deviene y va
quedando en ella como impronta lo pasado, así como es impulsada por el tirón
del futuro.
La Tierra, basamento que sustenta imprescindiblemente nuestra
existencia, no ha merecido hasta hace
pocos años, la atención y los cuidados condignos con tal función, y sólo en los
últimos tiempos se esta revirtiendo este gran omisión. Es verdad no obstante que el gran cambio se
fue iniciando desde el mismo descubrimiento de América, con lo que comenzó, en
los hechos al menos, una “mundialización” de la población terrestre. Se trató
de un paso histórico que ha ido promoviendo paulatinamente la conciencia
ecológica que en la actualidad vemos desarrollarse día a día, aunque no necesariamente
en los hechos.
También en la esfera política ha ido surgiendo tal
mundialización, con la paulatina expansión de las ideas democráticas y la
conciencia de los derechos humanos. No aún, deplorablemente, en forma satisfactoria,
ni siquiera suficiente, pues lejos estamos de respetar como es debido los
derechos humanos o de proteger
eficientemente y con convicción total el medio ambiente. Y sólo si se dieran
esos requisitos la expresión Tierra-Patriase iría llenando cada vez más de
una significación ultra globalizante.
Verdad es, sin embargo, que no toda globalización es
positiva, porque también se “globalizan” el narcotráfico o la trata de personas
o tantas otras formas del delito; y en general
los perfeccionamientos técnicos plantean un desafío, porque pueden ser
funcionales a propósitos de signo moral opuesto. Debemos oír a Kant: es sólo la
intención de cuanto hacemos lo que dota o no de carácter ético a nuestra
acción, y si los albores de un futuro más digno se están diseñandoes porque
vamos sabiendo cada vez mejor el valor de los móviles que nos guían.
Entonces, ¿porqué no ha de aguardarnos una progresiva mayor
dignidad en nuestro existir? Sabemos ya, sí, que es preciso ir eliminando “las
desigualdades más chillonas” expresión ésta deMorin.
Es esencial además concientizar que no nos hallamos en el
límite de nuestras posibilidades en tanto que humanos: nuevas condiciones
cerebroespirituales pueden asomar,contribuyendo, esperemos,a transformar
positivamente nuestro destino. O sea, instaurando regímenes democráticos
auténticos, administrados por gobernantes que aprecian la “mundialización de
los derechos” y capaces de diseñar políticas universalizantes y adecuadas para
regir el “cosmos de sueños, aspiraciones y deseos” que cada persona es.
“Inspiró un ideal de paz la creación de las Naciones Unidas”,
reflexiona Morin, pero los ideales suelen ser lentos en irse concretando. El
gran envión no puedo sino residir en unsentir:“una infinita compasión por todo
lo que es humano y vivo, por toda criatura de la Tierra…”
Es seguro que abrirnos a ese sentir nos ayudará a moderar
nuestras furias, nuestras multiformes tentaciones de someter al otro, de
aprovecharnos de él; asíiremos corrigiendo nuestra miopía ante necesidades y
sufrimientosde millones. Indispensable tal apertura para ir forjando la
revolución de bien que, esperemos, nos aguarda como misión ética a cumplir. Sepamos que se trata de un deber feliz.
õ
BERNARDO
KLIKSBERG
Hay una forma diferente del bienestar
que es el bienvivir o sea, estar contento de cómo se ha comportado uno en la
vida.
B. KLIKSBERG
Es necesario jerarquizar un valor con frecuencia
relegado: la solidaridad.
B. KLIKSBERG
Es necesario corregir al menos las “desigualdades más chillonas” decía
Morin, y ello desde hace varias décadas ha ido,venturosamente, convirtiéndose
en propósito y plan para buena parte de
los empresarios de diversos países del mundo, incluido el nuestro. Kliksberg(1940), que es asesor de diversos
organismos internacionales, incluyendo la Unesco, apoya y difunde tales
iniciativas destacando su significado
ético. Así, uno de tantos ejemplos, en su intervención pocos años ha en el Foro
Ecuménico Social, que nucleó a numerosos participantes en actividades de
Responsabilidad Social Empresaria (RSE), tituló su ponenciaConstruir una
sociedad para todos.Se basó en estadísticas, como suele ser su estilo,
propio del economista que es.
En textos varios queda expresada su preocupación por la
existencia de miríadas de personas en el mundo a los que no alcanza prácticamente
ninguna protección social, y señala y describe las formas de superar tal estado
de cosas por parte de empresarios interesados. Enfatiza invariablemente en sus
intervenciones el valor solidaridad y las modalidades específicas en que puede
traducirse. Así, se da por caso en la
entidad Responsabilidad Social Empresaria que se promueve el avance educacional
y técnico de los propios empleados, de modo de infundir en ellos el ideario de
la erradicación de la violencia estructural. Ocuparse de sus propios empleados
es una de las vías que altos ejecutivos escogen para alcanzar propósitos de
índole social.
Kliksberg, por su parte, se cuestiona, ¿qué clase de
educación han recibido los hombres de empresa hasta ahora? Con todo, soplan
vientos de cambio: cabe, ciertamente, esperanzarnos.
Nuestro pensador es coautor, junto con el destacado AmartyaSen,
indio, premio Nobel 1999y economista igualmente, de la estimulante obraPrimero
la gente, cuyo mismo título refleja ya los temas que cubre. Temas inspirados
por la cuestión crucial de ¿qué clase de mundo queremos? Según AmartyaSen un
mundo que permita servir a la gente, “cuya dignidad, derecho al desarrollo y a
la libertad deben constituirse en prioridad y objetivo final de cualquier
economía”.
Sen escribe,en el capítulo de su autoría, sobre el fenómeno
de la globalización y sus costados éticos.En el espíritu de la Ética del
discurso, insta a deliberar para llegar a consensos: por ejemplo,sobre cómo
globalización debe equivaler a promover la conciliación en casos de desavenencias.
Y esto redundaría al menos en otorgar facilidades parejas respecto a la salud,
la escolaridad, ¡la provisión de agua potable, nada menos! “Injusticias
intolerables” estas desigualdades, que deben desaparecer so pena de infligir
principios éticos incuestionables.
En cambio, se torna imprescindible forjar un mundo que permita
servir a la gente, “cuya dignidad, derecho al desarrollo y a la libertad” deben
constituirse en prioridad y en el objetivo final de cualquier economía. Prueba
de que estos conceptos despiertan fuerte eco en nuestrostiempos es el hecho de
que pasado menos de un año de su aparición se hubieran agotado ocho ediciones
del libro.
Ética omnipresente pues, “vida buena”, va constituyéndose en
aspiración colectiva. Sabiendo, como
dice por su parte Kliksberg, que “las injusticias no son problemas personales
exclusivos de los pobres, sino problemas colectivos que revelan fallas
profundas en nuestras sociedades”.
Pobreza no significa sólo bajos ingresos, sino también merma
en las posibilidades de desarrollar “capacidades básicas”, y la indiferencia a la misma equivale a ser
cómplice en un masivo crimen contra la personalidad de las gentes.
El coautor Kliksberg, en el capítulo final hace un
interesante recorrido por distintas religiones, partiendo del judaísmoy expone
cómo en ellas se exhorta a tomar en cuenta la deseabilidad, más aún la
obligatoriedad, de asumir responsabilidades en la disminución de las
injusticias socioeconómicas, otro modo de decir, sin duda, hay que profundizar el “ser con” que debe unirnos y hacia el
cual marchar sin pausa para ser fieles a ideales que son el sello de nuestra
índole.
õ
COTEJO
COMPARATIVO ENTRE LOS PENSADORES COMENTADOS
He pasado rápida revista al pensamiento ético de filósofos y pensadoresdesde
la Antigüedad hasta nuestros días, y se comprueban
enfoques, observaciones y hasta prescripciones aproximadas entre ellos.
Ante todo, ¿porqué filósofos o casi exclusivamente ellos?
Porque la visión filosófica es por principio más abarcativa que la de otras
disciplinas, y por eso más adecuada al tema que abordo.Escogí, sin pretensión
de ser exhaustiva, sólo algunas de las posiciones de especial relevancia para
mí aunque tengo conciencia de haber omitido incluso la mención de posiciones fundamentales,
por ejemplo, entre los autores contemporáneos no cité ni a Michel Foucault ni a
Hannah Arendt o a Roberto Espósito y otros. Pero claro que habría sido
imposible incluir más nombres dentro de los límites de este breve texto.
De todas formas, no quiero concluir sin hacer referencia a
dos pensadores cuyos aportes son muy ricos: Bertrand Russell (1872- 1970) y
Francisco Romero (1891-1962).
Dice el primero: “sin moral cívica las comunidades perecen,
sin moral personal su supervivencia carece de valor”. Aunque partidario del
positivismo lógico, que niega objetividad a los principios morales, siguió
Russell inclinaciones afectivas, y con cierta dosis de generosa incongruencia,
se inclinó ante el mandato de propulsar modelos de conciliación en los tratos
humanos y con ello el de repudiar todo abuso e injusticia. También dio abierta expresión a sus
esperanzas en, como se dice tanto hoy, un “mundo mejor”. “Veo ante mí –manifestó – un mundo en el cual
nadie tendrá hambre, en el que serán pocos los enfermos, el trabajo será
agradable y no excesivo, donde los buenos sentimientos sean corrientes… No diga
nadie que esto es imposible”.
Tiene muy en cuenta este autor que, como dice “una sociedad
buena es un medio para una vida buena para quienes la componen, no algo que
posea una clase de excelencia separada en sí misma”.
Confiaba en que sus predicciones se verificarían, porque los
hombres “aprenderían un día a llevar por vías sensatas sus actuales conflictos,
y asimismo a confiar “la dirección de los asuntos de gobierno (…) a hombres
sensatos y valerosos”. Ellos conciben a
la criatura humana “como especie única y con posibilidades realizables”. Se pregunta una con él: “¿es que toda esta
esperanza no significa nada?” Porque su
fe se contagia.
Russell unió la acción a su prédica. Durante la guerra del
1914 se negó a enrolarse y pagó su rebeldía con pena de prisión, y entre otras
muestras de su involucración personal se cuenta igualmente la fundación de la
PugwashConference, institución que insta a los hombres de ciencia a ocuparse
del tema de la paz y a abstenerse de colaborar con gobiernos belicistas.
Por otro lado, adelantándose a la tendencia contemporánea de
la globalización, era partidario de que
se instituyera un gobierno mundial unificado, como garantía de supervivencia de
nuestra raza. Contribuiría a ese fin que se “mitigaran las asperezas de la
propaganda oficial (centrada, reconozcamos, con tanta frecuencia en alimentar
patriotismos intransigentes y particularistas), con lo cual disminuirían los
fanatismos”.
Heraldo de años que no alcanzó a vivir, Russell nos ha ido
sugiriendo en sentidos variosprocederes conducentes al predominio de pautas
compatibles con las más altas exigencias morales; tal fue su fecundo enfoque.
Su fina sensibilidad ética distingue, al igual que Husserl
por ejemplo, entre un polo personal y otro colectivo. Por otro lado insta a “vigilar el lenguaje
con que los gobiernos se comunican”. “Habrá que restablecer esa cortesía
tradicional en los intercambios diplomáticos”, y sobre todo, “no ser presa de
fanatismos”. ¿Cómo no coincidir?
En Francisco Romero, acaso la más alta figura de la filosofía
argentina, una idea madre de su concepción filosófica toda es la de la
trascendencia. Dijo así: “El verdadero sentido de la vida sólo puede hallarse
por la vía del trascender, esto es, viéndola puesta a otra cosa más alta,
saliendo de sí para afirmarse como algo superior a ella misma”. La misma idea
central de esta doctrina es de raigambre ética porque volcarse hacia lo otro,
sea en atención o en cuidado traduce justamente el sello propio del ethos.
Es por tanto la suya una posición esencialmente biofílica, puesto
que trascender implica el amor hacia un desarrollo incesantemente creciente de
la vida, capacidad de un radical altruismo, y se identifica la postura con lo
que Carl Rogers denomina “tendencia actualizante”.
Bergson concibe el universo como una “máquina de producir
dioses”, recuerda nuestro pensador, quien simpatiza al parecer con tal
afirmación, y por lo que concierne a los humanos se manifiesta el trascender
como ascenso de un egocentrismo propio del plano natural hacia el del espíritu
entendido como sensibilidad y conducirse ético.
El egocentrismo, el polo opuesto a esta dinámica abierta,
representa reclusión en el propio yo o en los grupos de pertenencia, en lugar
de volcarse hacia los “valores universales del conocimiento desinteresado, la
belleza y la religiosidad genuina”.
Un trascender se da ya en la intencionalidad, ese salir de la
conciencia hacia cuanto aparece ante ella, pero “el espíritu en marcha alcanza
su realización sustancial en la proyección ética”, que implica “involucrarse en
destinos ajenos”, con el consiguiente interés en paliar dificultades o
penalidades. Tal actitud es sinónimo de “autoposesión, autodominio, imperio del
centro ideal”, y con ello “deber de conciencia y deber de conducta”.
Se lee en Filosofía de la persona que el “individuo
espiritual” se compone a la vez del “conjunto
de los actos espirituales en cada sujeto” y constituye un “centro ideal del
cual estas actitudes irradian”. Compone
una unidad a la que le son anejas el “deber de conciencia y el deber de
conducta”.
El “individuo espiritual” representa el triunfo en nuestra
índole sobre la “naturaleza”, aunque también a ésta pertenecemos. Sobre todo implica imaginar al otro en la
dimensión comunitaria, esencial en la faceta “persona” del ser humano.
La atención a la suerte de otros es por tanto el signo
distintivo de la “persona”. En este entregarse limpiamente hacia los demás
radica lo más elevado de nuestra condición, traducido en los arriba mencionados
“deber de conciencia y deber de conducta”. Como si hablara Levinas.
Vuelvo a mi objetivo de especificar puntos de contacto entre
un número significativo de teorías de todas las épocas. Consigno acto seguido
algunas de las tesis que me impresionaron como más coincidentes con una visión
progresiva de la ética en la historia.
a)
La
inmersión en la propia conciencia, a que instaba Sócrates influido por el
Oráculo de Delfos, se impone en muchos pensadores y tiene ecos en el actual
psicoanálisis, por ejemplo.
b)
La
conflictividad es una constante en los planteos éticos, como se afirma entre
numerosas otras en la Ética material de los valores y en la de la Convergencia.
c)
Se
afirma la no aceptación,a veces inconsciente y enmascarada por parte del sujeto,
de su propio sentir o actuar, pordiscrepar éstecon sus principios. Lo señala
por ejemplo Francisco Romero. El motivo último de tal desconocimiento
representa, o bien temor al juicio ajeno, o más en consonancia con el ethos,
una disociación por repudio a la propia inconducta.
d)
Se
establece la distinción y a la vez necesaria confluencia entre el polo
individual y el polo social o colectivo en la sensibilidad y el actuar moral.
Russell afirma, recordemos: “Sin la moral cívica las comunidades perecen; sin
la moral personal su supervivencia carece de valor”.
e)
Se
reconoce que es necesario imponerse a uno mismo para evitar defecciones en el
terreno moral. Vinculo con este señalamiento del factor voluntad el concepto de
conatusque toma en cuenta Spinoza.
f)
Se
advierte un rechazo unánime de la violencia, que debe ser sustituida por
tramitaciones pacíficas y dialógicas de los conflictos.
g)
Se
destaca la responsabilidad hacia si mismo y hacia los demás, que debe
concretarse en actitudes de hecho.
Ricoeurse encuentra entre quienes recalcan tal nota.
h)
La
confianza en la educación aparece en prácticamente todos los pensadores éticos.
Anclada como está en predisposiciones innatas, constituye la gran vía; “reforma
del entendimiento” para Spinoza es “terapia del alma” para Ricoeur.
i)
La
eticidad forma parte del patrimonio innato del hombre, tanto como la facultad
de distinguir entre lo razonable y lo absurdo, y quizás asimismo entre lo bello
y lo que no lo es. (Kant, Russell, el
escritor AldousHuxley)
j)
La
apreciación moral brota de la emotividad (Rorty, Ayer también, aunque la
descalifica por ello, la ética axiológica asimismo)
k)
La
autonomíade los juicios emitidos es afirmada entre otros por Kohlberg y Piaget
y por B. Russell, quien dice que es preciso “mitigar las asperezas de la
propaganda oficial” (o de cualquier otro tipo, creo) para así “disminuir los
fanatismos”.
l)
La
conflictividad, sea entre impulsos éticos y antiéticos o entre los mismos
valores, según sean ellos altos en la escala o más bajos, pero fuertes
(Hartmann) es generalmente aludida.
m)
Educabilidad.
Aun cuando se sostenga el arraigo antropológico de la moralidad, ésta va
evolucionando a lo largo de la vida (Kohlberg, Piaget).
n)
Universalización
de los preceptos éticos (Morin)
o)
Conciencia
del necesario cuidado del planeta. Las cada vez más perfeccionadas tecnologías
y el afán de ganancias deben ser controladas para preservar la misma vida
humana y animal.
p)
La
fidelidad a los preceptos auto-aceptados es fuente de felicidad (Ricoeur)
q)
Promoción
de la justicia (Rawls)
r)
Visión
de futuro (Bergson, Theilard, Aerobindo)
s)
Amistad
o aún amor entre las gentes (Aristóteles)
t)
Son
valores las cualidades apreciadas en los llamados bienes, o sea los
depositarios de los mismos, pertenecientes tales bienes a muy diversos
estamentos.
¿No podrían acaso incluirse tales coincidencias en unainterpretación
totalizante del progreso en la historia que partiendo desde las honduras del sí
mismo se ampliasehacia el vasto horizonte de un porvenir aun ignoto? De este
último pienso que sólo es perceptible un aura de amor que dirige el andar. Y además se impone imaginar tal meta incierta y lejana como inspiración para la vida práctica.Si
tal ocurrierareflexiones de siglos quedarían incluidas en una ancha y
promisoria vía, entrecruce a la vez de inspiración y obligación.
õ
CAPITULO III
ò
RECURSOS
PEDAGÓGICOS
No se debe educar a los niños
únicamente según el estado presente de la especie humana, sino según su futuro
estado posible y mejor; es decir, de acuerdo con la idea de humanidad y con su
destino total.
I. KANT
Remediar la insurrección de los
apetitos por un acto libre de automoderación y traducir este acto íntimo y
moral en términos sociales.
O. PAZ
Si la humanidad ha de sobrevivir es
necesaria una nueva forma de pensar.
A.
EINSTEIN
Ante el profundo problema que plantea el
propósito de hacer avanzar la historia por la senda del mayor bien colectivo,
¿qué hacer?, ¿de qué medios valerse? A mi entender, sin que pretenda atribuirle
originalidad a mi propuesta, recurriendo a
la vía educacional.
Pero debo
aclarar a qué tipo de educación me refiero: no a la de cariz informativo, que
se imparte con prioridad en los institutos de enseñanza, sino a lo que llamo
una axiopsicoeducación. Tal nombrele corresponde, por cuanto constituyen sus
ejes valores morales y disposiciones psicológicas. ¿Quiénes, creo, deben ser
sus especiales destinatarios, en qué etapas de la vida conviene
impartirlos y en qué ámbitos sociales?
Desde una perspectiva algo diferente pero de ningún modo incompatible con la
mía dice J. Delors que son los pilares básicos de la educación aprender a
conocer, aprender a hacer, aprender a convivir con otros, aprender a ser. Los
dos últimos son a mi juicio los de mayor trascendencia.
Michel
Foucault denomina "tecnologías del yo” a los procederes que permiten a los
individuos efectuar por cuenta propia o con ayuda de otros cierto número de
operaciones sobre sus cuerpos y sus almas, pensamientos, conductas o cualquier
forma de ser, obteniendo de este modouna transformación de sí mismos.El fin residiría
en“alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad".
"Se trata –prosigue– de prácticas reflexionadas y voluntarias a las que
cabe llamar artes de la existencia". Excelente denominación.
Aunque a
mi juicio sus principales parámetros son universalizables, destino mis
conclusiones a las sociedades occidentales, a cuyos integrantes me dirijo, porque
si bien atañen a constantes humanas, me centro más específicamente a las
culturas que conozco. Respecto a las tendencias universalizantes quiero
subrayar que son por el momento sólo tendencias. Estamos en un momento histórico en el que los
sentimientos relativos a las soberanías nacionales van transformándose en favor
de movimientos de mayor amplitud, universalizantes precisamente.
Ante todo
esta reflexión: educar no debe ser sinónimo de reprimir, sino de instar a afrontar
en nuestro fuero internolas impulsiones que desaprobamos y someterlas al
tribunal de la conciencia. Tal empresa de soberanía personal conlleva por lo
común empeño y convicción.
La
contribución de la educación a la socialización del ser humano, y aun al mismo
acceso a su condición de tal, es
concepto generalmente aceptadoy tenido por prácticamente obvio.
Lo que expondré
en los párrafos que siguen es la idea de que de un modo u otro el proceso
educativo que apoyoincluye rasgos de índole intrapsicológica y axiologica, y
conduce en tanto que vía esencial al progreso moral en la historia.
Son a mi
juicio factores indispensables a tener en cuenta, aunque acaso me hayan quedado
algunos en el tintero, los siguientes:
a)
El conocimiento
de sí mismo, o seala liberación de los que llamo obstáculos irenológicos, que
se erigen como defensas contra la autoreprobación y constituyen un desviado
homenaje a lo que apreciamos en nosotros mismos. Esto es, la fortificación de la capacidad de
empatía, la disposición a amar al prójimo, la visión universalista del bien, en
lugar de anhelarlo sólo para el país al que se pertenece o para sectores
particulares.
b) La utilización de todo tipo de logros
culturales: ciencias, arte, literatura, y así siguiendo, en el proceso
educativo.
c) Evitar el desánimo y la desesperanza
frente al panorama de los comportamientos humanos desde los albores de la
historia hasta hoy. Han sido y son omnipresentes, pero también somos testigos y
ejecutantes de conductas de signo opuesto, esto es, solidarias y generosas. Sin
ello nuestra especie no habría sobrevivido.
d)
Impulsar
el respeto por la justicia igualitaria en todos los planos de la vida.
e)
Incrementar
adiestramiento en la resolución pacífica de conflictos. Según E. de Bono, “No
hay cuestión más importante para el futuro del mundo que la resolución de
conflictos”.
f)
La participación
especial de profesionales de la conducta y de educadores, si bien incumbe en
especial a los Estadoslamisión que aquí me ocupa.
g)
Estimular la
creatividad, lo mismo que lainnovación y la curiosidad por las dotes de otros,
y por sus respectivas producciones.
h) Fomentar
que en la forja de proyectos beneficiosos se añada inducir a otros la misma
conducta. Por ejemplo que en la configuración de vidas hermosas se incorpore el
empeño de inducir a otros en el mismo interés.
i)
Los
requisitos arriba puntualizados serían funcionales todos a una inspiración
finalidad unitaria: lealtad a la causa humana.
Veamos ahora cómo emprender en la práctica
la vasta labor psicológica-ética-pedagógica a que insto.
Paso
primero: seleccionar a los agentes realizadores,dejando fuera del proyecto a quienes
no concuerden con la posibilidad de los objetivos arriba expuestos. Efectuar congresos
científicos o entre los miembros de asociaciones profesionales o gremiales, en
especial las que integran psicólogos o pedagogos.
Paso
segundo: esbozar los modos de intervención, los procederes fácticos,
estableciendo quiénes serían los destinatarios y sus respectivas franjas
etarias. Se incluirán recursos surgidos de la iniciativa de los eventuales
agentes. A su vez, éstos deberían fomentar la inventividad. Reviste ésta alta
importancia, y cómo nos advierten Moriny Kern junto con otros antropólogos, “el
homo sapiens no ha usado hasta el presente sino una pequeña parte de las
posibilidades de su cerebro (…), estamos lejos de haber agotado las
posibilidades intelectuales, afectivas, culturales, de civilización, sociales y
políticas de la humanidad”.
Paso tercero: ¿A quiénes, entre qué
edades, en qué ámbitos sociales, con qué fundamentación y por qué vías impartir
y difundir principios y saberesconcordes
con la inspiración que me guía?
La
respuesta es, en todas partes, a travésde variados recursos; así, a poblaciones,
gobiernos, personajes clave, sensibilizando la conciencia pública mundial.
Evitar la guerra por ejemplo concierne a la humanidad por entero y a cada país
en particular. Más que nunca en estos tiempos de conquistas tecnológicas de
maravilla y a la vez enormemente peligrosas si se las destina a fines violentos.
Decir todos significa propagar esa docencia por los canales de la educación
formal, escolarizada, desde luego, pero como señalé ya, transcendiendo
vastamente tal terreno hacia los de la cultura general, el trabajo
organizado,la actividad científica y técnica, las instituciones religiosas, el
mundo empresarial.
En cuanto
a la edad de los destinatarios, es preciso iniciar desde años muy tempranos la
labor educativa y proseguirla a lo largo de las décadas posteriores de la vida,
constituyéndose de tal modo el proceso en educación permanente.
Digo otra
vez, no existe ningún espacio de coexistencia entre las gentes donde no quepa
inculcar la idea de intercambios conciliatorios e ir suscitando el afán por
instaurarlos. Ya los jardines maternales, pasando luego por todas las etapas de
la educación organizada, son sitios apropiados para cumplir ese objetivo, que
precozmente emprendido dejará huellas duraderas.
Entre los
procederes psicológicos adecuados a los propósitos que me vienen ocupando privilegio
el psicodrama. Consiste éste esencialmente en escenificar en el ámbito del
consultorio, individual o grupalmente, los conflictos que aquejan al
consultante. Entre las técnicas que incluye destaco los soliloquios, la
proyección al futuro, y más especialmente aún la inversión de roles. Es que
aquí, al asumir el papel de otros, los psicodramatizantes aprenden a
“escucharlos”, y desde el espacio simbólico de las sesiones se van capacitando,
en principio al menos, para trasladar al mundo real su adquirida o reforzada
empatía.
Desde una
perspectiva amplia cabe distinguir en mi proyecto pedagógico entre mecanismos
de defensa y mecanismos de liberación, como diferencia Daniel Lagache. Dice de
los primeros: “en lugar de reducir tensiones (…), conforme al principio del
displacer (…), los mecanismos de liberación hacen intervenir el juicio
inteligente y la elección voluntaria, la libertad de decisión”. Y claro, pienso,la liberación permite que
emerjan desde las tantas pesadas capas de indiferenciao de maldad, reservas
ingénitas de misericordia y vocación de entrega que constituyen igualmente
parte de nuestro ser.
Desde casi
todas las corrientes psicológicas cabría sumar aportes: el psicoanálisis y posturas afines contribuirían
a una profunda auscultación de contenidos conscientes e inconscientes, el
conductismo para ensayar comportamientos no habituales, la Gestalt para
darse cuenta del propio actuar y sentir en el aquí y ahora… y así siguiendo.
El
problema a tener en cuenta radica en cómo potenciar a Eros de modo que
prevalezca en el existir del hombre. Entre escepticismo y esperanza, Freud lo
cree factible. Pongámonos del lado de la esperanza: poseemos recursos para
impulsar ese giro, promoviendo una educación que, nuevamente al decir de
Lagache, sería un “psicoanálisis
aplicado”.
Einstein,
en una carta dirigida a Freud, sugiere organizar un foro internacional de
especialistas que “podrían ejercer un sanador influjo moral sobre cuestiones
políticas”. Y E. Fromm habría coincidido en la importancia de una ética humanística.
Todo ello inspirado por un enfoque psicológico.
Nada menos que el experimentado diplomático estadounidense J. W. Fullbright
observó medio en bromaque
si los representantes de los países enemigos se hubieran reunido antes de la Segunda
Guerra Mundial en grupos de esclarecimiento psicológico, se habría evitado el
estallido de la misma.
A quiénes
impartir el tipo de educación al que me vengo refiriendo, y a lo largo de qué
edades: a todos los integrantes de una comunidad, de la comunidad mundial si
fuera posible, y, reitero, desde la
primera infancia (a través de la familia, jardines de infantes, etc.) hasta los
últimos años de la vida.
Paso
cuarto: ¿cómo difundir el proyecto? Con el concurso de los medios, desde luego,
secundando así la obra de la UNESCO y de incontables organismos e instituciones
que existen a nivel mundial, llevadas por fines semejantes.
Es
importante tomar en cuenta que inteligencias pertenecientes a distintas
especialidades como por ejemplo científicosociales y especialistas varios en
comunicación deberían agregarse a la empresa de la que me estoy ocupando.
La
importancia de la publicidad fue señalada por Kant en el siglo XVIII, en Lapaz
perpetua, aunque recalcando su
influjo en los modos de juzgar cuestiones de la ciudadanía, no en el aspecto formativo.
Cito: “…las astucias de las políticas tenebrosas serían más fácilmente
desbaratadas si la política se atreviera a conceder a los filósofos la
publicidad de sus máximas”.
No sólo a
los filósofos,como ya dije, sino a todos cuantos piensan que la vida de la polis
implica el deber de asegurar el bien comunitario. Es lo que de hecho sostiene
también Kant: “…la tarea propia de la política es estar de acuerdo con el fin
de hacer que el público se sienta bien.”
La
educación debe enseñar a evadirse de la tiranía del dinero y el consumismo, e imagino
que ello contribuirá a una felicidad genuina. Y sobre todo, desde mi punto de
vista, se dejaría de glorificar la violencia militar cuando es hasta
inconcebible, creo, que en el siglo XXI las gentes sigan matándose y de mil
maneras maltratándose unas a otras para solucionar conflictosa veces imaginarios
o pretextados.
Soy
consciente deno haberme detenido suficientemente en cuestiones de primerísima
importancia. Así, por caso, el de las violencias de todo tipo que contaminan la
vida social e interpersonal. Claro, que como dice Russell, sería lo contrario
de “un mundo en el que nadie sufrirá
hambre, en que serán pocos los enfermos, en que el trabajo será agradable y no
excesivo, donde los buenos sentimientos serán corrientes y las inteligencias quedarán
liberadas del miedo (…).Y no diga nadie que esto es imposible”.
Concluyo con
una reflexión de J. Kogan: “es imposible suspender las leyes de la naturaleza,
pero la libertad humana consiste en llevar los valores ideales de la ética al
terreno de la realidad socio-histórica mediante la acción, añadiendo el hombre
a los determinismos existentes otro más, el suyo propio, el personal”.
El más trascendental
desafío en cuanto a los propósitos de una educación reside en tomar en cuenta
las exigencias individuales tendiendo en cambio a un armónico “vivir juntos”
entre todos. Claro que no sólo la educación puede ser instrumento de cambio; es si esencial, sobre
todo porque rompe los límites de la sola subjetividad y se torna, como quiere
la Ética del Discurso, enriquecedor diálogo.
El reciente
proyecto educativo impulsado por el papa Francisco Scholasoccurentes es
afína los propósitos pedagógicos-sociales arriba expuestos, porque fomenta la
coordinación entre distintos centros educativos del mundo con la finalidad de
que se enriquezcan unos a otros. Se centra en especial en el perfeccionamiento
de escuelas ubicadas en zonas de bajos recursos, acierto indudable, pues son
ellas las más necesitadas de atención prioritaria. Es que la pobreza, junto con
la persistencia de las guerras, se ubica en el meollo de lo que una ética
progresiva debe superar.
El camino de una
axiopsicoeducación es largo, complejo, requerido de imaginación y resolución y de
incierta llegada a la meta.Tengo la ilusión de que tales recursos se
impondrían, así fuera muy a la larga, a la injusticia ya la desigualdad
económicosocial, la pobreza, el hambre, la falta de asistencia sanitaria, la
abundancia de seres sin trabajo, sin
posibilidad de perfeccionarse
intelectualmente, y el acceso a una
vivienda digna. A ello se agrega la
trata de personas, la comercialización de órganos, el tráfico de drogas, la
corrupción económica, que es robo a los pueblos. Todo ello origina hostilidad, destruyendo
perspectivas, de otra manera acaso logrables, de una convivencia armónica en
distintos terrenos interrelacionales. Ni qué decir que difundirían el rechazo
al militarismo en todas sus formas, a la mezquindad de las ambiciones y al
acatamiento de los gobiernos tiránicos.
Y reiterando el cuestionamiento:
¿sería siempre rechazable la agresividad? No sin algunas excepciones. Por caso
cuando la urgencia por salir de una situación negativa impone rapidez de
respuesta y efectividad.
Pedagogos, sociólogos, psicólogos,
filósofos (éstos porque exploran el arraigo antropológico de la apetencia del
sentido) y en general personas dispuestas al bien contribuirían a dar forma a
esta ¿utopía?. No la llamemos así, sino espera activa de transformaciones en la
vida social, e incluso en modalidades que prevalecen en sectores más reducidos,
que conformarían una verdadera revolución pacífica tendiente a modelar un
existir digno de nuestros sueños más generosos.
Me tienta comparar los eventuales logros del tipo de
educación que preconizo con la formación de una gran orquesta en la que cada
uno ejecuta su parte y el conjunto resulta en una armonía de
singularidades.
õ
CAPITULO III
ò
CONCLUSIÓN
La gran pregunta de la filosofía de la
historia es la de si la historia tiene o no una meta.
E. KANT
Es demasiado ancha la distancia que
separa nuestro “espacio de experiencia” y nuestro “horizonte de aspiraciones”.
P. RICOEUR
Por cierto, una sola prueba de la distancia que menciona Ricoeur es el
hecho totalmente inaceptable de que haya hambre en un planeta pletórico de
recursos naturales y habitado entre otros seres por las criaturas creativas que
somos.
En las páginas precedentes me ocupé en machacar sobre
distintos puntos relativos a inaceptabilidades. Pero creí útil hacerlo e
incluso no preocuparme por lo trillado de muchos enfoques. Es que se trataba de
propulsar el magno tema del progreso de la ética en la historia y el de los
medios adecuados para alcanzar paulatinamente tal objetivo, interesando en el
mismo al mayor número posible de círculos humanos.
Concluyo ahora precisando cuál es la meta última que
conceptúo como culminación de las experiencias éticas: ¡el logro de la
felicidad! No estoy sola en mi convicción. Desde la Antigüedad interesó el
tema, bajo la forma del hedonismo–búsqueda del mero placer de aliviar una
tensión particular–, o del eudemonismo, compatible éste con el aprecio de la dicha
como bien supremo.Ello porque dicha se asocia con un rasgo eminentemente
antropológico: la preocupación por la autoestima. Dice Kant: “el principio supremo en la libre
elección es el amor de sí”. Y Ricoeur enseña, sabiamente, que “la felicidad es
el coronamiento de un destino y no el término de una serie de deseos
particulares”.
¿Es utopía soñar con la felicidad? Invito a que nos sumemos
todos a compartir este sueño tal como lo ve el poeta argentino Alberto Girri: “una
meta lejana/pero una deuda intentarla”.
Equivale a no bastardear la fidelidad a nosotros mismos
haciendo de cada prójimo un “tú”. Nada
de ello arraiga sino en sentimientos, en el plano afectivo. Se incluye en un sentir la misma propensión
universal a la felicidad que también abreva en emociones. No es que todo sentir
posea valor de eticidad, pero no existe eticidad sino responde a un
sentir. La lógica guía los senderos que
acercan a metas anheladas, pero éstas escapan a tal plano psicológico,
pertenecen a otro estrato del psiquismo.
Las estructuras colectivas deben propiciar concordancias,magnasactitudes
universalizantes. El hecho de que posean atractivo para nosotros es prueba de
la potencia de lo que el psicoanálisis denomina superyó, o sea, en otros
términos, de lo que se conoce también como ethos. No nos queremos
inferiores a sus preceptos.
Omito oscurecer ahora los horizontes promisorios aludidos con
la consideración del máximo mal que nos hacemos unos a otros, que es el de
dejarnos encandilar por el militarismo, y todo cuanto el mismo incluye. Sólo
añado que los factores que favorecen el lamentable fenómeno son esencialmente
tres a mi juicio: la codicia de quienes se benefician con el mal y la muerte;
la violencia que cohabita conflictivamente en nuestra índole con sentimientos
generosos y de amor, y en último término la ceguera de los ejecutores efectivos
de las acciones bélicas, que no se percatan de que son utilizados por los
primeros. Los que denomino obstáculos
irenológicos (que se alzan contra la paz) cumplen la función de dignificar falsamente
tales tendencias negativas a fin de no enfrentarnos con lo repudiable que alienta en nosotros mismos:
preferimos encubrirlo en lugar de reconocerlo. Vuelvo a la esperanza en que una
educación verdaderamente integral nos permitirá concientizar los tres mencionados
factores y no sucumbir a su influjo.
Todos estos peligros son en principio evitables, y no es
utópico sino eminentemente realista confiar en que el hombre logrará
estructurar su existir en afinidad con su más elevado esperar, y no quedar sujeto
a tendencias que sólo parcialmente lo reflejan.
Machaquemos una vez más: ser realista es, si bien se mira,
concebir utopías, pues la experiencia histórica confirma que “jamás se habría
alcanzado lo posible si no se hubiera imaginado siempre e incesantemente lo
imposible”. El tribunal de la vida no perdona el descuido de no mirar hacia más
allá de lo que es. Según la filósofa
española Adela Cortina, las dos grandes intuiciones morales de nuestros tiempos
son la compasión por los individuos vulnerables y la preocupación de que las estructuraspolíticoeconómicascuiden
de ellos. Multiformes actividades de organizaciones de asistencia,
gubernamentales o no, son inspiradas por tales tendencias.
Claro que, recalco una vez más, la potencia del mal es formidable;
es preciso que no nos amilane y que con perseverancia y coraje persistamos en
acatar lo que nos es más propio, al punto que
desistir de ello equivale a psicopatía.
Además es necesario preocuparse por la eficiencia de toda iniciativa
relativa a la propulsión del bien, so pena de que terminan éstas por ser inane.
La ética empuja hacia adelante, con magnífica valentía, si bien
“recuerda”igualmente lo ya alcanzado, los “hitos que indican las sendas por
donde ha marchado el alma” según los términos de G. LoweDickinson. No temor al
castigo ni acatamiento al deber, como sostienen respectivamente Freud y Kant,
constituyen la base última de la eticidad, la que es, en cambio, una tendencia
radical de nuestras vidas, inescindible de su sentido.
Y si aún, contrautópicas esperanzas, proliferan las guerras,
la ultra abominable y generalizada práctica de la tortura, el terrorismo, las
graves injusticias sociales, sabremos dejar atrás todo esto, porquepara repetir
palabras de Sófocles en Antígona, “muchas son las maravillas, pero el
hombre es lo mejor”.
El hombre es lo fundamental. El hombre merece la felicidad.
Como sostenía el rabíNajman: “cuando el hombre realiza una acción en la alegría
(…), libera las chispas de santidad que han quedado prisioneras en los
seres”. (…) La alegría es un gran
remedio. Hay que hallar en sí mismo un solo punto positivo que nos vuelva
alegres y prenderse de él”.
“No arruguemos” como
exhortabael papa Francisco a unos adolescentespocos días ha. Su frase “no arrugar”, interpreto, incluye “denunciar los excesos del capitalismo
y la exclusión social”. Sin duda no son
razonamientos lógicos lo que inspira tales rechazos, sino tendencias afectivas
operantes desde los planos últimos de nuestro ser.
Esperanza,
coraje, indispensable y en el fondo realista autoaprecio, así como anhelo de felicidad,
tendencias todas en conflicto con cuanto nos empobrece, se toman de la
mano. Desde la Antigüedad se sabía que,
en otras palabras, “el hombre sólo es
desgraciado cuando pierde el pudor, la bondad, la fidelidad, la equidad…”
(Epicteto). El polo opuesto constituye, según la frase clásica, “la gloria de
los justos”; y en nuestros días, afirma Husserlque atenerse a los valores
éticosrepresenta la verdadera dicha para el hombre.
¿Será
el peor de los pecados el que Borges habría cometido si, como confiesa en un
conocido poema,no ha sido feliz? Acaso. Pero cuidémonos más que nada de no dar
motivo para incurrir en ese pecado.
Me
he limitado a dejar registradas en estas páginas, como ha de resultar evidente,
conclusiones que destino al público general, no a especialistas. Y además
centralizándome en el que considero el valor moral máximo, o sea la dedicación
al prójimo, sin detenerme en temas tales como la honradez, la fidelidad a los
amigos y otras tantas conductas y
actitudes que podrían entrar en la reflexión moral, pero escapan a mi interés
primordial aquí.
Deseo
en cambio que este interés atraiga a toda persona que comparta mi convicción
sobre el valor que tantas veces
recalqué, como ahora lo hago una vez más, del cuidado del otro y la atención
activa y no meramente verbalizada a su bienestar.
Zarandeado
por múltiples factores: genéticos, culturales, contingentes incluso…, (y sin
olvidar los influjos de características estrictamente cerebrales como por
ejemplo la proporción de serotonina)late en cada uno de nuestros congéneres una
unidad de fondo: la personalidad. Modulamos
según nuestra personalidad el espectro todo de nuestro hacer, pensar y sentir,
pero si estimamos el progreso en la historia humana, los valores éticos deben
instalarse como inspiración primera. Y
ello requiere precaución, porque las acechanzas que amenazan en el camino son
múltiples por ejemplo las trasgresiones se entrelazan unas con otras, así la
codicia conduce a la corrupción; el afán de poder a la desconsideración del
prójimo, y así siguiendo. Las buenas intenciones
no bastan, se impone estar siempre advertido.
Un
detalle: la corrupción atenta no sólo en el plano económico, sino que puede ser
sentida como atentado también a la dignidad, porque ¿no es acaso una burla?
Y los movimientos de jóvenes
“indignados” de pocos años ha, han sido respuesta a afrentas de distinta índole
que incluyen también corruptelas.
Creo
que constituye una guía adecuada la famosa oración de los Alcohólicos Anónimos:
que se nos conceda serenidad para aceptar lo que no podemos cambiar, valor para
cambiar lo que sí podemos cambiar y sabiduría para conocer la diferencia. Seamos vigías que avizoran el horizonte y
además no nos conformemos con diagnósticos e intenciones, sino dispongámonos siempre a intervenciones activas.
Una
fenomenología exigente de la eticidad integraría todos los rasgos arriba
mencionados y posiblemente también otros.
Cito conceptos que expresé en mi libro El Desafío Moral: “La
eticidad (…) arraiga en el deseo de “vivir bien con y por los demás, en
instituciones justas”, como afirma Paul Ricoeur; es en esencia un rasgo antropológico,
fuente de sentimientos y reacciones que nos son específicas, y para que las
comunidades humanas sean viables se necesitan reglas que determinen qué se
puede o qué se debe incluso hacer y qué no.
Como puntualiza Husserl refiriéndose a la amplitud del espectro
psicoespiritual que interviene en toda la ética, “ésta obedece a “razones del
corazón” aunque además, esta vez en palabras de J. Kogan, “toda emotividad debe
ser controlada por la luz de la inteligencia”.
La sola racionalidad no impidió que terribles catástrofes sociales
azotaran la historia del hombre, como tampoco lo ha hecho la égida predominante
de las vivencias afectivas.
Estudios
relativamente recientes debidos a Goleman establecen como concepto convergente
el de “inteligencia emocional” que
conjuga sentir y pensar.
Con la esperanza, y la espera, de que los
hechos del paso del hombre por el tiempo vayan prestándoles realidad a mis
actitudes, me despido.
Buenos Aires, 2014